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Le doy al niño de Chile la nueva patria que tengo: limpia y olorosa a limpio, patria dispuesta a quererlo como me quiere ella a mí,
La Sierra Maestra ¡tan alta, tan grande! ¡tan brava, tan bella! De roca para el tirano; para el patriota, de miel.
Abrigando el arroyo la caña brava, chorros de finas hojas al aire lanza. ¡Qué musicales ramos,
Miniatura marinera, filigrana de madera, ámbar, jade verdemar. Caballito de sal fina, bailarín, aguamarina,
En Playa Larga, el uvero, como homenaje al valor de los niños artilleros, ya no florece en febrero: en abril abre la flor.
Yo tengo un sombrero alón donde cabe un aguacero, y botas que reconocen los caminos del vaquero. ¡Qué bien te sabré domar,
Torito camagüeyano y de la sabana rey, he venido de muy lejos queriéndote conocer. Debajo del algarrobo
EL día, una rosa blanca. La noche, un caballo negro. (La tarde, una mariposa que ha detenido su vuelo.)
El cielo es un espejo y la gaviota suelta su vela blanca desde la costa. Marinera del aire,
Abril es un niño rubio que junta flores y pájaros; tiene los ojos azules y va vestido de blanco. Mayo es un niño aguador
Caperucita Roja, juega conmigo: yo seré un día lunes y tú domingo. Juega conmigo:
La flor del tomillo buscaba una abeja: una abeja sola, una sola obrera. En el viejo pino
Aserrín Aserrán. Puñadito de violetas, limoncito verdemar, anillito de corales.
Porque no saben quererte me dicen que eres muy fea. Duerme... Duerme... Duerme, que te coge el gato y las tijeras muerden.
Ocho mulitos tiene mi arria y todos suben por la montaña. Se ve salpicado el río