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Eran tres. (Vino el día con sus hachas.) Eran dos. (Alas rastreras de plata.) Era uno.
Yo decía: “Tarde” Pero no era así. La tarde era otra cosa que ya se había marchado. (Y la luz encogía
En la casa blanca, muere la perdición de los hombres. Cien jacas caracolean. Sus jinetes están muertos. Bajo las estremecidas
El puñal, entra en el corazón, como la reja del arado en el yermo. No.
Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,
Por las orillas del río se está la noche mojando y en los pechos de Lolita se mueren de amor los ramos. Se mueren de amor los ramos.
Juan Breva tenía cuerpo de gigante y voz de niña. Nada como su trino. Era la misma
Los arqueros oscuros a Sevilla se acercan. Guadalquivir abierto. Anchos sombreros grises, largas capas lentas.
Amigo, levántate para que oigas aullar al perro asirio. Las tres ninfas del cáncer han est… hijo mío.
Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas, las que se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas. Una vestida de verde,
Los mozos de Monleón se fueron a arar temprano, ay, ay, para ir a la corrida, y remudar con despacio,
Viento del Este; un farol y el puñal en el corazón. La calle
Amanecía en el naranjel. Abejitas de oro buscaban la miel. ¿Dónde estará
Cantan las siete doncellas. (Sobre el cielo un arco de ejemplos de ocaso.) Alma con siete voces
El niño busca su voz. (La tenía el rey de los grillos.) En una gota de agua buscaba su voz el niño. No la quiero para hablar;