#1960 #ElHacedor #EscritoresArgentinos
Torne en mi boca el verso castella… a decir lo que siempre está dicien… desde el latín de Séneca: el horre… dictamen de que todo es del gusano… Torne a cantar la pálida ceniza,
El infierno de Dios no necesita el esplendor del fuego. Cuando el… Universal retumbe en las trompetas y la tierra publique sus entrañas y resurjan del polvo las naciones
Pude haber sido un mártir. Fui un… Purifiqué las almas con el fuego. Para salvar la mía, busqué el rueg… el cilicio, las lágrimas y el yugo… En los autos de fe vi lo que había
Menos copiosa que cierta enciclopedia china que abarca mil veintiocho tomos de doscientas páginas en octavo cada uno, la nueva Enciclopedia Francesa que dirige, rodeado de especialistas...
La larga postración lo ha acostumb… a anticipar la muerte. Le daría miedo salir al clamoroso día y andar entre los hombres. Derriba… Enrique Heine piensa en aquel río…
Un hombre gris. La equívoca fortu… hizo que una mujer no lo quisiera; esa historia es la historia de cua… pero de cuantas hay bajo la luna es la que duele más. Habrá pensado
Lo han despojado del diverso mundo… de los rostros, que son lo que era… De las cercanas calles, hoy distan… y del cóncavo azul, ayer profundo. De los libros le queda lo que deja
Soy una pieza de limado acero. Mi borde irregular no es arbitrari… Duermo mi vago acero en un armario que no veo, sujeta a mi llavero. Hay una cerradura que me espera,
El arrabal es el reflejo de nuestr… Mis pasos claudicaron cuando iban a pisar el horizonte y quedé entre las casas, cuadriculadas en manzanas
Hacia 1905, Hermann Bahr decidió: «El único deber, ser moderno». Veintitantos años después, yo me impuse también esa obligación del todo superflua. Ser moderno es ser contemporáneo, ser...
Servando Cardoso el nombre y Ño Calandria el apodo; no lo sabrán olvidar los años, que olvidan todo. No era un científico de esos
El hilo que la mano de Ariadna dejó en la mano de Teseo (en la otra estaba la espada) para que éste se ahondara en el laberinto y descubriera el centro, el hombre con cabeza de toro o, ...
Heráclito camina por la tarde De Éfeso. La tarde lo ha dejado, Sin que su voluntad lo decidiera, En la margen de un río silencioso Cuyo destino y cuyo nombre ignora.
Nada en la tierra puede herirlo, ni el desamor de una mujer, ni la tisis, ni las ansiedades del verso, ni esa cosa blanca, la luna, que ya no tiene que fijar en palabras. Camina lentame...
Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar. El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía; la enci...