#EscritoresChilenos
Te traje por andurriales, dejando a la bien querida, la Madre y Señora Ruta, madre tuya y madre mía. Ahora que hagas paciencia,
Dormiremos esta noche sueño de celestes dejos sobre la tierra que fue mía, del indio y del ciervo, recordando y olvidando
Duérmete, mi niño, duérmete sonriendo, que es la ronda de astros quien te va meciendo. Gozaste la luz
La casa blanca de cien puertas brilla como ascua a mediodía. Me la topé como a la Gracia, me saltó al cuello como niña. La patria no me preguntaron,
No se siente el vagabundo en el intacto sitio vacío. Siéntese en rocas, tronco o arenas… y no me miente nombre bendito. El que yace tenía un canto
Recuerdo gestos de criaturas y son gestos de darme el agua. En el valle de Río Blanco, en donde nace el Aconcagua, llegué a beber, salté a beber
Ahora vamos a cantar sólo la paloma blanca. Y donosa la azulada. Paloma blanca en cantares, paloma blanca en las casas.
Si yo te odiara, mi odio te daría en las palabras, rotundo y seguro; pero te amo y mi amor no se confía a este hablar de los hombres, tan… Tú lo quisieras vuelto en alarido,
En el sueño yo no tenía padre ni madre, gozos ni duelos, no era mío ni el tesoro que he de velar hasta el alba, edad ni nombre llevaba,
Yo no sé si podré venir. A ver si te cumplo, hermana. Llego, si vengo, en aire dulce por no helarte la llanada o en el filo de tu sueño
Tengo la dicha fiel y la dicha perdida: la una como rosa, la otra como espina. De lo que me robaron
Ya me voy porque me llama un silbo que es de mi Dueño, llama con una inefable punzada de rayo recto: dulce-agudo es el llamado
Isla de Puerto Rico, isla de palmas, apenas cuerpo, apenas, como la Santa, apenas posadura
La llama y yo cambiamos señas, ella torciéndose, yo enclavada. Le encargo quemar mi cuerpo en caoba derribada. Y la llama aceptando me toma
Corderito mío, suavidad callada: mi pecho es tu gruta de musgo afelpada. Carnecita blanca,