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Cuando en el río helado del espejo vierto la soledad de mi figura, miro cómo afanosa mi criatura se quiere desprender del hombre vi… Es la batalla en que sin miedo dej…
Si a mi angustia y pregunta no res… yo sé que soy abeja de tu oído. Dios silencioso, Dios desconocido… ¿por qué si más te busco, más te e… Las olas de los cuándos y los dónd…
Levanta a mí tu perfumada llama y envuélveme en tu círculo de fueg… Si el aire te acaricia con su jueg… hecho rocío el corazón te ama. Hacia el parado tallo en que se ad…
Tú en la pureza de los círculos concé… que crecen y se evaden desde secretos puntos de armonía. Tú, en el minuto que conmemora
¿Y si llegaras tarde, cuando mi boca tenga sabor seco a cenizas, a tierras amargas? ¿Y si llegaras cuando
Toma lección del pez o de la piedr… abre el pecho al silencio de María… tu sol desciende, se consuma el dí… tu palabra debajo de la hiedra. La espada, huésped sorda del latid…
Desato mis sentidos en la tarde a pastar la inocencia del paisaje. Mis pupilas inquietas van de viaje… mis canciones taladran lejanías. Y regreso—halconero de mis sueños—
Deja que en el soneto me consuma igual que el Ave Fénix en la llam… El humo, hermano errante de la bru… dará al cielo noticia de mi drama. Deja que la resina que rezuma
Que me cierren los ojos con uvas! (Diáfana, honda plenitud de curvas… Que me envuelva un incendio de man… y un claro rumor de dátil y azúcar… Que me envuelvan –presagio de pulp…
Descalza arena y mar desnudo. Mar desnudo, impaciente, mirándose… El cielo continuándose a sí mismo, persiguiendo su azul sin encontrar… nunca definitivo, destilado.
Te siento respirar sobre mi hombro y el río de tu aliento me desnuda; casta te abrazas a mi estatua muda mientras de besos tu nocturno alfo… Asoma el alba su rosado asombro
Descalza en el umbral de la mañana naces de un fondo de amapolas rota… y de ti misma convertida brotas en geranio, en naranja y en manzan… La dulcísima brisa una ventana
No lloréis más, delfines de la fue… sobre la taza gris de piedra vieja… No mojéis más del musgo la madeja oscura, verdinegra y persistente. Haced de cauda y cauda sonriente
¡Qué penumbra de dalia desterrada! ¡Qué eclipse de guitarra y romance… ¡Qué apagarse de trenzas y toreros yerra doliente por tu madrugada! Salgo al aire con pala y con azada
Se apagaron de pronto las campanas… enmudecieron hoscos los balcones y se espantó la luz en brusco vuel… Tendí con la mirada luz sobre los caminos.