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Los pinares de la Isla por la costa van creciendo: quieren echarse a la mar y volverse marineros. Y las toronjas maduras
Miniatura marinera, filigrana de madera, ámbar, jade verdemar. Caballito de sal fina, bailarín, aguamarina,
La flor del tomillo buscaba una abeja: una abeja sola, una sola obrera. En el viejo pino
Jazmín diamela, jazmín de España, jasmín criollo, ¡Ixora blanca! Lirio amarillo,
Ahí viene la gata de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano. Tírale una
EL día, una rosa blanca. La noche, un caballo negro. (La tarde, una mariposa que ha detenido su vuelo.)
Yo tengo un sombrero alón donde cabe un aguacero, y botas que reconocen los caminos del vaquero. ¡Qué bien te sabré domar,
—¡Hola, Pinocho!, ¿qué haces ahí? —Busco una joya que ayer perdí. —Dime, Pinocho, ¿que joya?, di. —Un pedacito de mi nariz.
El cielo es un espejo y la gaviota suelta su vela blanca desde la costa. Marinera del aire,
¿Has visto a la mariposa danzando sobre el rosal para saludar la rosa...? ¿O los vuelos del zunzún alrededor de las flores
Abrigando el arroyo la caña brava, chorros de finas hojas al aire lanza. ¡Qué musicales ramos,
La Sierra Maestra ¡tan alta, tan grande! ¡tan brava, tan bella! De roca para el tirano; para el patriota, de miel.
Caperucita Roja, juega conmigo: yo seré un día lunes y tú domingo. Juega conmigo:
¡Jey, vaya, toro, con el arreo! Los toros toros, sus cuernos cuernos, en el camino
En Playa Larga, el uvero, como homenaje al valor de los niños artilleros, ya no florece en febrero: en abril abre la flor.