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Soneto de Otoño

Yo adoro en el Otoño la expresión transitoria
que llena los jardines de gracia pensativa,
y en que en el gentil donaire del aura migratoria
idealiza el ambiente con una unción votiva.
 
Si ha muerto ya el Estío, su muerte es ilusoria;
aún mora en la floresta como alma sensitiva:
viviendo el apogeo de una doliente gloria,
llenando los jardines de gracia pensativa.
 
Yo adoro la expresión rojiza, que en la fronda
remeda, persistente, la pasajera onda
de luz crepuscular con su melancolía.
 
Y la hora exquisita de suprema belleza
donde, en nupcial momento de sagrada tristeza,
se funde en el Otoño la tarde en agonía...

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