#EscritoresCubanos #EscritoresMatanceros #ParaNiños
Nene, vanos a dormir; no son horas de reír: duerme el viento, duerme el sol, duermen las gallinas
Al mediodía, cristal el agua, cristal las hojas, cristal el día. Cristal, cristales,
De parte del aguacero que cubran con un paraguas al retoño del almendro. El coralillo rosado debe prestar atención:
¡Tilín! ¡Tilán! Campana de oro de la mañana. ¡Tilín!
Yo tengo un sombrero alón donde cabe un aguacero, y botas que reconocen los caminos del vaquero. ¡Qué bien te sabré domar,
Entre las lomas el día nace. Límpidas gotas la noche esparce sobre la hierba
El caballo negro iba por un trillo: cada paso suyo bordaba el camino. El caballo ruano
La Habana es como una hermosa, limpia, fresca, alegre casa: sus puertas, de par en par, invitan a visitarla. Aquel que a Cuba respete
Nombres tuyos, nombres míos, que recibimos de ayer como el agua de los ríos y que debes conocer: Bejucos de la Perdiz,
La flor del tomillo buscaba una abeja: una abeja sola, una sola obrera. En el viejo pino
Ocho mulitos tiene mi arria y todos suben por la montaña. Se ve salpicado el río
En Playa Larga, el uvero, como homenaje al valor de los niños artilleros, ya no florece en febrero: en abril abre la flor.
Caperucita Roja, juega conmigo: yo seré un día lunes y tú domingo. Juega conmigo:
La Sierra Maestra ¡tan alta, tan grande! ¡tan brava, tan bella! De roca para el tirano; para el patriota, de miel.
En su casa de hojas despierta el pájaro porque, anunciado el día, se entona el gallo. Canta seguido,