“Anhelo que todos admiren su cielo,
Y lo quieran suyo, y de él,
Infinitesimal parte se sientan,
Todos, el mismo compartimos.
Otro imbécil soy, de más.
Que por anhelar:
Desearía que la fe,
fuera síntoma de espiritual paz,
no el condenado cáncer a extirpar;
Querría atisbar las barreras,
metamorfosearse en puentes;
Rogaría a los revólveres amapolas descargar,
y a la tierra, de sangre no tintar.
Sacrificarme lo haría,
Porque nos amásemos más,
A nosotros, y las estirpes de Gea.
Y es que, es lo que mejor hacemos.
Porque sí. Incondicional, e irrevocablemente.
Será mi razón de ser, de no haber sido jamás”.