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María Elena Walsh

María Elena Walsh (Ramos Mejía, Buenos Aires, 1 de febrero de 1930 – Buenos Aires, 10 de enero de 2011) fue una poetisa, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora argentina, especialmente famosa por sus obras infantiles, que ha sido considerada como «mito viviente, prócer cultural y blasón de casi todas las infancias». Por su parte, el escritor Leopoldo Brizuela ha puesto de relieve el valor de su creación diciendo que «lo escrito por María Elena configura la obra más importante de todos los tiempos en su género, comparable a la Alicia de Lewis Carroll o a Pinocho; una obra que revolucionó la manera en que se entendía la relación entre poesía e infancia.» Maria Elena Los juglares son eternos Porque viven en la voz del viento. Elegiste irte en un día señalado, Juglar esquivo de la voz de caña, Un día que conjuga dos dolores, Otro como tú, eligió ese día. En un tiempo, él también Creyó en las palabras y su fuerza y dulzura Para calmar las olas de las duras tempestades Pero sin fe en sí mismo Abandonó en la lucha La consolación de la poesía. Nos diste y nos dejaste Sin reparo, ni medida, ni especulaciones varias, Nos diste así, tranquilamente Como se dan las aguas a los mares, Luego de que atraviesan la montaña. Fuiste tierna y dura A un mismo tiempo; A veces no entendías, Tanta estupidez, Tanta locura, Tanta falta de amor, Tanto destino, Tanta circular versión Tan repetida, Tanta malevolencia. Yo canté contigo Y les canté muy quedo En tiempos que las sombras eran muchas A aquellos que tomados de mi vida Eran la vida toda para mí. Y siempre te canté Cuando en el alma La duda de quien soy y a donde vago Llenaba de tristeza la esperanza Y entonces fui cigarra, Como tú, En noches negras. María Elena, No hace falta mencionar siquiera tu apellido, Siempre serás la María Elena Del tinglado y la luz.

José Watanabe Varas

José Watanabe Varas (Trujillo, 17 de marzo de 1945 - Lima, 25 de abril de 2007), fue un Nacido en Laredo, un pequeño pueblo al este de Trujillo. Su madre Paula Varas Soto, peruana, de origen serrano y su padre Harumi Watanabe Kawano, japonés de quien cuenta aprendió el arte del haiku. Watanabe tuvo una infancia muy pobre, sus padres trabajaban como campesinos en una hacienda azucarera al norte del país hasta que el destino les jugó una buena pasada: ganaron la lotería de Lima y Callao y viajaron a Trujillo, la capital de la provincia. Luego José migró hacia Lima para seguir estudios superiores, pero el recuerdo de Laredo quedaría siempre en su memoria, por lo cual muchos de sus poemas se ubican espacialmente ahí, un Laredo que hoy sólo existe, con sus cuatro calles, en el imaginario creado por el poeta. En Lima estudió los primeros años de la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional Federico Villarreal pero la abandonó después de casi dos años. Su formación fue esencialmente autodidacta y no sólo se desarrolló como poeta sino también como guionista de cine y documentales, estuvo muy involucrado en el medio televisivo e hizo una adaptación de Antígona de Sófocles para el grupo de teatro Yuyachkani. José Watanabe y la generación del 70 Considerado una de las voces insulares o marginales entre los Poetas Peruanos del 70, en la cual encontramos voces tan dispares como las de: Antonio Cisneros, Abelardo Sánchez León, Rodolfo Hinostroza, Enrique Verástegui, entre otros. Esta generación está caracterizada por haber sido la más prolija en publicaciones periódicas, antologías, manifiestos y declaraciones colectivas a cargo de agrupaciones que confiaban en el poder de cambio social de la poesía, como Hora Zero y Estación reunida. Watanabe, sin ser considerado integrante de alguno de estos círculos literarios, compartió mucho de su juventud con su generación. Su literatura se mantuvo independiente de todo el trajín político que afectaba a su país, lo cuál se hace evidente en su poesía. En ella, las preocupaciones de la época si aparecen, pasan inadvertidas. Es más bien producto y gracias a sus vivencias e íntima forma de escribir que gana en 1970 el primer premio del concurso Joven Poeta del Perú con el poemario Álbum de familia. Su afinidad con la tradición poética japonesa También llamado poeta sabio, Watanabe busca trascender en su poesía. De su padre, no sólo aprendió el control de las manifestaciones emocionales, que llama refrenamiento; sino también y sobre todo la forma poética del haiku, la expresión mejor lograda de la mirada oriental del mundo que, por los senderos del budismo zen y el taoísmo, busca a la naturaleza pura y real irradiando su misterio en cada observación. Es a través de este miramiento desinteresado, sereno y simplemente testimonial, que el poeta describe los fenómenos que percibe en su belleza inocente de toda prisa por vivir, de toda ideología y de toda pasión. Análogamente al refrenamiento, el haiku expresa esta voluntad de dejar que las cosas vivan y se den mientras el poeta queda inerte en la inacción, en solo la contemplación. Se convierte en solo ojos para ver y para nada más. El haiku es además la vía hacia el satori de la tradición zen o la iluminación. Esto es la fusión entre el sujeto y el universo, que lo lleva a la comprensión absoluta de la verdad, y a una gran paz silenciosa e inexplicable, que en el hinduismo es llamado samādhi. Este misticismo que no pertenece a ningún grupo social en particular sino a la humanidad toda, es lo que hace que uno se aproxime a la literatura de José Watanabe como a un clásico, que a través de sus sucintas frases nos hace unificar nuestros sentidos y vivir el aquí-ahora de sus ensoñaciones descriptivas y completas para extraer de estos momentos vacuos y delicados una enseñanza, que cada quién encuentra como un abismo. Watanabe dentro de la poesía peruana Pero nuestro autor no solo es heredero oriental de este laconismo contemplativo sino también cabe resaltar una tradición hispana en el uso de la palabra y en su humor criollo, que nos puede sorprender para lograr una sonrisa desprevenida con una de sus palabras que desmitifican al cuerpo del tabú y que rompen con el tono solemne, como en: El baño “si yo hubiera tenido tetas serían como las tuyas” o como en Canción: “Pichi de mujer no es pichi de hombre”. Sus poemas no pueden ser considerados haikus, aunque su efecto sea parecido. Sino que son más bien parábolas, breves narraciones que alegorizan situaciones humanas en las que cualquiera puede reconocerse y que trabajan muy bien el clásico tópico del carpe diem. También se ha señalado que bajo los nombres de Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine, Watanabe se dejó influenciar la poesía simbolista francesa por la musicalidad de sus versos y la facilidad para la sugerencia, que no cae en moraleja sino en leve señalamiento implícito en el comportamiento y actitudes de sus personajes narradores. Poemarios publicados * Álbum de familia (Lima, 1971). * El huso de la palabra (Lima, 1989). * Historia natural (Lima, 1994). * Cosas del cuerpo (Lima, 1999). * Antígona (Lima, 2000, versión libre de la tragedia de Sófocles). * Habitó entre nosotros (Lima, 2002). * Lo que queda (Monte Ávila, Caracas, 2005, antología) * La piedra alada (Pre-Textos, Valencia, 2005-Peisa, Lima, 2005) * Banderas detrás de la niebla (Pre-Textos, Valencia, 2006-Peisa, Lima, 2006). Antologías de su obra * Path trough the canefields (Londres, 1997). * El guardián del hielo (Norma, Bogotá, 2000). * Elogio del refrenamiento (Renacimiento, Sevilla, 2003) * Poesía completa (Pretextos, España, 2008) Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/José_Watanabe

Roger Wolfe

Roger Wolfe nació en Westerham (Kent, Inglaterra) en 1962. Desde 1966 reside en España. Ha trabajado como mozo de supermercado, limpiapiscinas, repartidor, jardinero, barman y pinche de cocina, antes de ser traductor e intérprete. Su obra literaria, que comprende varios volúmenes de poesía, novela, relato y ensayo, se sitúa entre el realismo sucio y el expresionismo. Wolfe ha sido calificado como «escritor total en la mejor tradición sartreana; el más vigoroso y original creador de su generación». Narrativa * Quién no necesita algo en que apoyarse (1993). Relatos. * El índice de Dios (1993). Novela. Título original: Dios es un perro que nos mira. * Mi corazón es una casa helada en el fondo del infierno (1996). Relatos. * Fuera del tiempo y de la vida (2000). Novela. * ¡Que te follen, Nostradamus!, DVD, Barcelona, 2001. * Tiempos muertos, Huacanamo, Barcelona, 2009. Poesía * Diecisiete poemas (1986). * Máquina de sueños (1991). Plaquette. * Días perdidos en los transportes públicos (1992). * Hablando de pintura con un ciego (1993). * Arde Babilonia (1994). * Mensajes en botellas rotas (1996). * Cinco años de cama (1998). * Enredado en el fango (1999). * El invento (Antología poética) (2001). Selección de Aurora Luque y Emilio Carrasco. * Días perdidos en los transportes públicos (2004). * Vela en este entierro (2006). * Días sin pan, Renacimiento, Sevilla, 2007. * Noches de blanco papel, Poesía completa (1986-2001) Huacanamo, Barcelona, 2008. * Afuera canta un mirlo, Huacanamo, Barcelona, 2009. Ensayo-Ficción * Todos los monos del mundo (1995). * Hay una guerra (1997). * Oigo girar los motores de la muerte (2002). Traducciones * Lawrence Block, Los pecados de nuestros ancestros (1989). * Victor Bockris, Lou Reed: las transformaciones (1997). * James Crumley, Un caso equivocado (1990). * Heinz Hebeisen, Reino de los vientos: España en globo (1992). * Charles Bukowski, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco (2000). * Louis de Bernières, Dionisio vivo y el señor de la coca (2000). * Ann Marlowe, Cómo detener el tiempo: la heroína de la A a la Z (2002). Otros * El arte en la era del consumo (2001). Miscelánea: poemas y relatos. * ¡Que te follen, Nostradamus! (2001). Diario. Premios * 1991: Premio Anthropos de poesía. * 2000: Premio Ciudad de Barbastro de Novela Corta por Fuera del tiempo y de la vida.




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