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Carlota Caulfield

Entrevista a Carlota Caulfield (La poeta en tránsito perpetuo) por Maricel Mayor Marsán Nació en La Habana, Cuba (1953). Poeta, ensayista, editora y profesora de literatura hispanoamericana. Comparte su residencia entre Berkeley, California y Londres. Su peregrinar la ha llevado a muchas ciudades, pueblos, villas y rincones del mundo. Además de andarina, es inventora de cartografías, y practica la escritura como un acto de ponerse en camino. Es autora de Fanaim (El Gato Tuerto, 1984), Oscuridad divina (Betania, 1987), A veces me llamo infancia/Sometimes I call myself childhood (Solar, 1985), El tiempo es una mujer que espera (Torremozas, 1986), 34th Street & other poems (Eboli Poetry, 1987), Angel Dust/Polvo de Angel/Polvere D'Angelo (Betania, 1990), Libro de los XXXIX escalones/Book of the XXXIX Steps (Luz Bilingual, 1995), Estrofas de papel, barro y tinta (Cafè Central, 1995), A las puertas del papel con amoroso fuego (Torremozas, 1996) Quincunce (Cafè Central, 2001), At the Paper Gates with Burning Desire (Eboli Poetry Series, 2001), Autorretrato en ojo ajeno (Betania, 2001) Movimientos metálicos para juguetes abandonados (Consejería de Cultura de Canarias, 2003), El libro de Giulio Camillo/The Book of Giulio Camillo/ Il Libro de Giulio Camillo (InteliBooks, 2003) y Quincunce / Quincunx (Puerto del Sol, 2004) y Ticket to Ride. Essays and Poems (InteliBooks, 2005), A Mapmaker’s Diary. Selected Poems (White Pine Press, 2007). Otros libros: Visual Games for Words & Sounds. Hyperpoems for the Macintosh (InteliBooks, 1993), Book of XXXIX steps, a poetry game of discovery and imagination. Hyperpoems for the Macintosh –CDROM (InteliBooks, 1999). Ha editado From the Forbidden Garden. Letters from Alejandra Pizarnik to Antonio Beneyto (editora y co-traductora; Bucknell UP, 2003); Alejandra Pizarnik. Dos letras (Introducción y notas; March Editor, 2003), las antologías Web of Memories. Interviews with Five Cuban Women Poets (Eboli Poetry Series, 1997) y Literary and Cultural Journeys: Selected Letters to Arturo Torres-Rioseco. Co-editora con Miguel Angel Zapata. (Mills College Center for the Book, 1995). También es la editora de Voces viajeras. Poetisas cubanas de hoy (Torremozas, 2002) y en colaboración con Jaime D. Parra, The Other Poetry of Barcelona. Spanish and Spanish-American Women Poets (InteliBooks, 2004). Es co-editora, con Darién J. Davis, de A Companion to U.S. Latino Literatures (Tamesis, 2007). Su antología No soy tu musa. Poetas irlandesas contemporáneas, co-editada con el poeta inglés John Goodby, será publicada por Ediciones Torremozas esta primavera. Sus poemas han sido publicados en numerosas revistas literarias, entre las que se encuentran Haight Ashbury Literary Journal, Michigan Quarterly Review, Poetry San Francisco, Visions, Beacons, Turia, The Texas Review, Barcarola, Nómada, Cuadernos del Matemático, Textos, Aleph, AErea, Tercer Milenio, Walrus, Baquiana, Tsé-Tsé, 580 Split, Alga y CHASQUI. Su poesía ha sido incluida en las antologías Looking for Home. Women Writing about Exile (1990), These are Not Sweet Girls, Poetry by Latin American Women (1994), Poesía hispano-caribeña escrita en los Estados Unidos (1995). El gran libro de América judía (1998), Antología de la poesía cubana. Tomo IV. Siglo XX (2002), Poesía cubana del siglo XX (2002), Las poetas de la búsqueda (2002), So Luminous the Wildflowers. An Anthology of California Poets (2003), Breviario de los sentidos. Poesía erótica escrita por mujeres (2003), Blue Arc West. An Anthology of California Poets (2006), y El tiempo y las palabras. Literatura y cultura judía latinoamericana contemporánea / Times and the Words: Contemporary Jewish Latin American Literature and Culture. Hostos Review (2006). Entre los premios recibidos se encuentran el Premio Internacional “Ultimo Novecento”(Italia, 1988), “Mención de Honor” en el “Premio Plural” (México, 1992), “Mención de Honor” en el Certamen Internacional “Federico García Lorca” (Estados Unidos-España, 1994), Premio Internacional “Riccardo Marchi-Torre di Calafuria” (Italia, 1995), la Mención de Honor en del 1997 Latino Literature Prize del Instituto de Escritores Latinoamericanos de New York y el Primer Premio Hispanoamericano de Poesía “Dulce María Loynaz” (Islas Canarias, 2002). “De la poesía de Carlota Caulfield, nacida en La Habana en 1953, se ha hablado en sentido general relacionándola con la posmodernidad, la relación deseo-cuerpo-escritura, el budismo Zen, el intimismo y, basándose en una parte altamente referencial de su obra dedicada a la recuperación arqueológico-poética de lo femenino, se la ha vinculado con ciertas tendencias de la crítica y creación feministas contemporáneas.” MMM ¿En qué etapa de tu vida comenzaste a escribir? ¿Y, en qué idioma lo hiciste? CC Para contestar a tu pregunta, tenemos que viajar hasta mis siete años en La Habana, cuando empecé a anotar palabras en un diario muy bonito que mi padre me había comprado en New York. Palabras misteriosas que sacaba de un Larousse ilustrado, uno de los tesoros más valiosos de mi niñez. Palabras y más palabras. Y así escribí mis primeros poemas, para mis padres, y los ilustraba con semillas y hojas secas. Siempre me gustó dibujar y crear objetos de papel, pero nunca logré ni dibujar bien ni inventar lo que imaginaba, excepto en el poema. Escribía en español, mi primer idioma. Recuerdo anotar palabras en otros idiomas, en francés, por ejemplo, idioma preferido de muchos de mis ancestros irlandeses y catalanes sefarditas. El inglés siempre me pareció un idioma de sonidos raros, pero mi padre me enseñó a escucharlos. Después, en mi adolescencia, mis maestros de inglés fueron los Beatles. Ellos fueron mi cuerda de flores hacia la cultura inglesa, aunque yo ya leía a John Keats, por ejemplo. A los diez años gané un concurso de composición sobre José Martí. Recuerdo que me dieron un diploma muy elegante, y un libro de los Versos Sencillos. Lo mejor del premio fue celebrarlo con mis padres con un almuerzo en El Carmelo del Vedado. MMM Tu primer poemario, El tiempo es una mujer que espera, lleva un título que invita a la reflexión. ¿Se puede establecer alguna comparación entre tu vida y el tiempo de la espera CC La editorial Torremozas de Madrid publicó El tiempo es una mujer que espera en 1986. Con anterioridad, habían salido en San Francisco, en 1984, Fanaim, poemario bilingüe, artesanal y de poca tirada. El tiempo… reflexiona sobre dos temas principales: el viaje como desplazamiento físico y la celebración de una persona amada. Hay muchas geografías en este libro. Me resulta curioso que lo menciones en la entrevista, pues este libro se agotó muy pronto. No sé si porque un amigo mío compró muchos ejemplares para regalarlos a otros amigos (era su forma de probarme su gusto por mi poesía), o porque los poemas sobre amores imposibles gustan mucho, o porque dos revistas de moda, en México y España, publicaron varios de los poemas de este libro, y gané unos cuantos lectores. En cuanto a una comparación entre mi vida y el tiempo de la espera, sólo se puede encontrar en esos poemas. MMM ¿Cuál ha sido tu experiencia de trabajo con los poetas norteamericanos (no latinos), en cuanto a la participación en series de lecturas, talleres, traducciones y publicaciones en general? CC Llegué a San Francisco en 1983, después de haber vivido en Zurich y New York. Aunque había leído a Edgar Allan Poe, Walt Whitman, Emily Dickinson, Sylvia Plath, Ann Sexton, Erica Jong, Mina Loy, Robert Bly, y a otros poetas, no fue sino en San Francisco, a partir del año 1984, que mi lista de poesía norteamericana se amplió. En 1985 ayudé en la organización de la National Poetry Week que dirigía el poeta norteamericano Herman Berlandt en San Francisco. En un recinto enorme de Fort Mason, un lugar muy especial cercano al mar, empezó mi verdadero aprendizaje de la poesía contemporánea norteamericana, de la que no soy una especialista, pero sí buena lectora. Allí conocí al poeta Jack Foley, mi Virgilio hacia Kenneth Rexroth, Diane di Prima, Lawrence Ferlinghetti, Jack Kerouac, Robert Duncan, Julia Vinograd, H. D. Moe, Bob Kaufman, Michael McClure, y otros. Más recientemente conocí a Chana Bloch y a Stephen Ratcliffe. Con Foley colaboré en muchos proyectos de poesía durante varios años, y él fue también mi puente hacia la Beat Generation. Mi primera lectura en el Bay Area tuvo lugar en el entonces famoso Larry Blake's, de Berkeley, en diciembre de 1987. Allí conocí a varios poetas muy interesantes. He traducido algunos poemas de Foley al español, también he leído con él en varias librerías y centros culturales del Bay Area. Por aquellos tiempos yo editaba El Gato Tuerto, una gaceta de arte y literatura, y en ella publiqué a poetas norteamericanos. Te hablo de la década de los ochenta hasta los noventa. Después he estado algo alejada de la escena cultural de California, debido a mis viajes constantes a Londres y Barcelona. No hace mucho “volví” a ser parte de la escena poética del Bay Area cuando Paul Suntup editor de Tebot Bach, me incluyó en la antología de poetas de California So Luminous the Wildflowers en 2003 y en Blue Arc West, que se publicó en el 2006. En marzo pasado regresé “a la escena” de San Francisco, cuando fui invitada a hablar sobre los irlandeses en el Caribe en el acto inaugural de Crossroads. Irish-American Festival, un festival irlandés que se celebra todos los años en el Bay Area, y que estuvo dedicado a la presencia irlandesa en las Américas. A partir de febrero tengo algunas presentaciones de mi libro A Mapmaker’s Diary. Selected Poems, publicado recientemente por White Pine Press, en Oakland y Berkeley. Es así como regreso a los escenarios del BayArea. MMM ¿Prefieres escribir directamente en inglés o prefieres escribir en español y luego traducir lo que has escrito? CC El libro 34th Street and other poems, publicado en San Francisco en 1987, sólo incluye poemas en inglés, algunos de ellos los escribí directamente en inglés en New York. Mi amigo Chris Allen, periodista y editor norteamericano, los revisó, y editó disparates. Hoy me parece increíble que yo escribiera poesía en inglés y que creyera que lo hacía tan bien. Mis inventos gramaticales me divertían. Leer en inglés y escribir en inglés fueron mi manera de sentirme en casa en New York, y creo que, a pesar de muchas de las vicisitudes de mi vida de exiliada en la ciudad, lo logré. Guardo un diario de esa época, escrito en un inglés, muy sui géneris. 34th Street fue merecedor de cuatro reseñas, bastante buenas, en revistas literarias norteamericanas, Después todo cambió, y sólo escribo en inglés algo de prosa o notas para diccionarios. Mis traductoras Mary G. Berg y Angela McEwan son mi otra voz. Con ellas trabajo en las versiones de mi poesía. Y eso me encanta. MMM ¿Cómo mantienes el vínculo con otros escritores latinos o hispanos en los Estados Unidos? ¿Se puede mantener una relación a nivel de país, a pesar de las distancias geográficas que existen? CC Te mencioné anteriormente El Gato Tuerto, una gaceta de arte y literatura que edité en San Francisco entre 1984 y 1990. El Gato me puso en contacto con muchos escritores hispanos, latinoamericanos y españoles. Mantengo, desde esa época, la amistad con algunos. He conocido a muchos poetas y escritores en Congresos de Literatura y Conferencias de Traductores, como ALTA (American Literary Translators Association), en recitales de poesía, y gracias a otros escritores. A mediados de los ochenta, viajaba frecuentemente a México y allí hice amistad con algunos artistas y poetas. Después, empecé a pasar parte de mi verano e invierno en Barcelona, en los noventa. Continúo allí mi colaboración con poetas visuales y pintores. La publicación de Corner, una revista en la red, dedicada a las vanguardias, me sirvió de puente hacia artistas, escritores y críticos de muchos lugares. Aún puede leerse Corner en http://www.cornermag.org. Allí encontrarás un número dedicado a los poetas visuales de Barcelona, otro a artistas y escritoras de vanguardia, otro número es un homeaje a John Cage, en el que colaboran poetas, artistas y músicos de España, Estados Unidos e Inglaterra. Otros vínculos surgen gracias a lo que uno publica. A veces un poema, una reseña de libro o un ensayo, son los puentes hacia otros escritores. También la universidad es mi nexo hacia otros escritores hispanos en los Estados Unidos y hacia los latinoamericanos y españoles. Por ejemplo, uno de mis cursos está dedicado a la literatura cubana de la diáspora. Otro a la literatura cubana a partir de los años veinte. Otra de mis clases estudia la literatura judía latinoamericana en la que incluyo a varios escritores cubanos, por ejemplo a José Kozer y a Ruth Behar. Enseño también poesía latinoamericana y española. Hace unos meses salió en Londres, publicado por Tamesis, A Companion to US Latino Literatures, que coedité con Darién J. Davis, profesor de historia de Middlebury College. El pasado noviembre lo presentamos en el Instituto Cervantes de Londres, con la participación de Stephen Hart, profesor y crítico de literatura hispana, y el poeta cubano Jesús J. Barquet. Los libros son también puentes. En cuanto a la relación a nivel de país, si te refieres a Cuba, no puedo hablar de vínculos literarios, porque no los tengo, excepto con algunos escritores cubanos que viven en Estados Unidos. He escrito algunos ensayos sobre poetas cubanas, y en el 2002 la editorial Torremozas publicó Voces viajeras, una antología dedicada a poetas cubanas que viven en diferentes partes del mundo. He tratado de estar al tanto de lo que se publica en Cuba, pero no siempre es fácil. Mucha de la literatura cubana, de la Isla, que he leído en los últimos años, ha sido en antologías publicadas en México o España, y en traducciones al inglés en los Estados Unidos. De vez en cuando ha llegado a mis manos una revista literaria, y he leído algunos poemarios de las Ediciones Vigía. En el 2005 clausuré una exposición de libros de la Vigía en el San Francisco Center for the Book. Cerré con una lectura de mi poesía, y el lazamiento de mi libro de ensayos y poemas Ticket to Ride. También tengo un Marco Polo que me cuenta de los quehaceres literarios de la Isla. En el 2002 recibí el Primer Premio de Poesía Hispanoamericana Dulce María Loynaz en Islas Canarias por el manuscrito de Movimientos metálicos para juguetes abandonados. El libro se publicó en La Laguna, Tenerife en 2003, y los organizadores del premio hicieron una presentación del libro en La Habana, creo que en la Biblioteca Nacional. No estuve allí, pero varios amigos cubanos me contaron del acto. MMM ¿Qué piensas sobre el uso del español, cada vez más frecuente, en los Estados Unidos? CC Lo celebro. MMM ¿Cómo percibes el futuro de los escritores latinos o hispanos en Norteamérica? CC Como un buen futuro. Pero los escritores hispanos que escriben en inglés, sobre todo los narradores, siguen siendo los más conocidos y publicados en Norteamérica por las grandes editoriales. Pocas obras de hispanos que escriben en español se traducen al inglés. El lector promedio conoce mejor la literatura latinoamericana y española gracias a las traducciones. Hace unos años la editorial Harper Collins empezó a publicar una colección titulada Rayo dedicada a autores hispanos, y lo hace en inglés y en español. Es interesante ver que esto sucede. Hacen falta más revistas literarias como la Hostos Review/Revista Hostosiana que dirige el escritor peruano Isaac Goldemberg. Y como Baquiana, que tú editas. Son puentes no sólo hacia la literatura hispana de Estados Unidos, sino también hacia la literatura latinoamericana. MMM ¿Piensas que las mujeres y, en especial, las escritoras ya han logrado todas sus aspiraciones? CC Si te refieres a logros en el mercado editorial, diría que sí, en el caso de las narradoras. En el caso de las poetas, desgraciadamente no es así. Referencias Maricel Mayor Marsán - http://www.baquiana.com/Numero_LI_LII/Entrevista.htm

Carmen Yánez Hidalgo

Carmen Yánez nacida en Santiago en 1952, es una de las poetas chilenas más sobresalientes en la actualidad. Su poesía tiene una dulzura estremecedora que invita a la contemplación y fascina a todo aquel que haya nacido con cierta tendencia instintiva hacia la belleza. Su vida, como la de tantas escritoras legendarias, está llena de dolor, pero no exenta de felicidad. Ella, como Anna Ajmátova, Marina Tsvietáieva o María Teresa de León, vivió en carne propia uno de los episodios más terribles de la historia del siglo XX, razón por la cual debió exiliarse en Suecia desde 1981. En 1997 cambió su residencia a España. En Gijón, Asturias, encontró un paisaje que la fascinó y el regocijo de volver al más puro origen, que para ella, como para todo escritor auténtico, está en el idioma. Aunque había empezado a publicar en revistas desde Suecia no fue sino hasta 1998 cuando apareció su primer libro “Paisaje de Luna Fría”. Muy pronto su poemario fue traducido y editado en Italia. En el 2001 publica “Habitata dalla memoria”. Al año siguiente recibe en España el prestigioso premio de poesía “Nicolás Guillén”. Su más reciente título “Alas del viento”, aparecido en el 2006 fue traducido en Francia por el Atelier de traduction d´espagnol de Saint Malo que Claude Couffon dirige en La Maison des poètes et des écrivains. Ese mismo año se publicó en Italia en edición bilingüe el libro “Tierra de Manzanas”. Desde hace poco más de una década forma parte del consejo de redacción de la revista del Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Y es una de las mejores promotoras de la poesía que haya conocido jamás. Los recitales poéticos que organiza en Gijón todos los años durante el Salón del Libro tienen un éxito absoluto, porque Carmen, además del cuidado que pone en cada detalle, tiene el don de la armonía. En un mundo que aparenta inclinarse cada vez más por lo corriente Carmen Yánez sobresale por ser una mujer extraordinaria. Queridos lectores, los invito a disfrutar los poemas que la misma autora envió para ustedes. No se sorprendan si sienten que en ellos se escucha un crujir de huesos, una ráfaga de lluvia, una ola que vuelve a estallar, porque la vida es una sola y sus palabras suenan claras y precisas en la voz de un verdadero poeta. Referencias http://www.laurenmendinueta.com/carmen-yanez-poeta-chilena/

Yolanda de Bolivia

Yolanda Bedregal de Cónitzer, (La Paz, 21 de septiembre de 1913 - La Paz, 21 de mayo de 1999, poeta y novelista boliviana, conocida como Yolanda de Bolivia. Hija de Juan Francisco Bedregal, escritor, catedrático y Rector de la Universidad de La Paz, y de Carmen Iturri Alborta,1 realizó sus estudios primarios en una escuela pública y concluyó el bachillerato en el Instituto Americano de La Paz. Realizó estudios superiores en la la Escuela de Bellas Artes, en la ciudad de La Paz, y obtuvo una beca para estudiar estética en la Universidad de Columbia, en Nueva York. A su retorno a Boliviaenseñó en varias instituciones, entre ellas el Conservatorio de Música, la Escuela Superior de Bellas Artes, la Universidad Mayor de San Andrés y la Academia Benavides de Sucre; trabajó en el Consejo Nacional de Cultura y en la Municipalidad de La Paz, de la que fue Oficial Mayor de Cultura. Fue Presidenta y fundadora de la Unión Nacional de Poetas, del Comité de Literatura Infantil y de institutos binacionales, miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua y de la Academia Argentina de Letras, Secretaria del PEN Club, miembro honorario del Comité Boliviano por la Paz y la Democracia y representante de Bolivia en varios congresos internacionales y fue designada como Embajadora de Bolivia en España. Yolanda Bedregal publicó cerca de 20 libros entre poesía, narrativa y antologías. Realizó la Antología de la Poesía Boliviana para la Universidad de Buenos Aires y para la Enciclopedia Boliviana, de la editorial los Amigos del Libro. Publicó varios artículos y ensayos sobre literatura, arte, pedagogía, religión, mitos, folklore, artesanía aimara y quechua en revistas y periódicos y escribió libros de literatura infantil. El Estado boliviano instituyó, como homenaje a la escritoria, el Premio Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal” el año 2000, que se convoca cada año desde entonces.

Mercedes Matamoros

«La poetisa del dolor» «La alondra ciega» "Fue precursora de la poesía intimista femenina y una de las figuras claves del modernismo en Cuba." Mercedes Matamoros es uno de los casos más dolorosos de nuestra historia literaria. Fue una mujer triste, pues la vida poco o nada la retribuyó en el amor y hasta en la belleza, pues, se afirma, era poco agraciada. Suplió estas carencias con su propia obra cargada de energía dramática y concentrada emoción. Perfecta hacedora de sonetos, los suyos quedan como una de las muestras más sobresalientes de la poesía cubana en su momento de transición del romanticismo hacia los primeros atisbos modernistas. En vida le fue difícil alcanzar la gloria y la dicha («en tu pecho anidó, porque en la vida/ gloria y dicha alcanzar fuera locura», expresó Manuel Serafín Pichardo en un momento de su poema «A Mercedes Matamoros», leído después de ser sepultada), pero será recordada siempre, porque fue grande de espíritu y de obra, expresión de una carga de sentimiento acumulado que estuvo siempre, como dijera Lezama Lima, en «la más permanente fascinación».(...) Su vida y su obra Nació Mercedes Matamoros en la hermosa ciudad de Cienfuegos el 13 de marzo de 1851. Las breves noticias biográficas que de la poetisa se han publicado coinciden con el error casi unánime de señalar el año 1858 como aquel en que ocurriera su nacimiento. Error injustificable en sus biógrafos, pero sobre todo en los que, como D. Francisco Calcagno, el laborioso y frecuentemente equivocado autor del «Diccionario Biográfico Cubano», fueron contemporáneos de Mercedes Matamoros... . (...) Aún en el caso de que no existiera la partida de bautismo que damos a conocer al final de este estudio, no podría aceptarse que dicho suceso ocurriera en 1858, a poco que se recorriesen los periódicos en que aparecieron las primeras producciones literarias de Mercedes Matamoros. En efecto, ella dio a la publicidad en 1867 folletines y artículos de costumbres en algunos diarios de La Habana. ¿Cómo habría de escribir esta clase de trabajos una niña de nueve años? La Avellaneda creó a los ocho años un cuento, es verdad, y Heredia de poco más edad una fábula; pero apenas es necesario establecer una comparación entre unos y otros géneros para echar de lado la posibilidad de que Mercedes Matamoros hubiera escrito sus artículos «Un primer baile», «Uno como hay muchos» y «Desvaríos y tonterías» aún no cumplido el primer decenio de su vida. Hoy, con la partida de bautismo de la poetisa ante la vista, podemos corregir definitivamente el repetido lapsus cronológico, autorizado por escritores de la reputación del citado Calcagno, de Chacón y Calvo y otros. Muy joven aún, tendría dieciséis años, empezó a dar a la publicidad sus primeros trabajos. Y, cosa rara, estos primeros escritos no eran en versos, sino en prosa. Eran, como se ha dicho, artículos de costumbres; en los que demuestra, a la par que un espíritu tempranamente inclinado a la reflexión, marcadas dotes para observar y describir. (...) pasa una década sin que Mercedes Matamoros vuelva apenas al escenario de la publicidad. Calló, como era preciso que callaran los poetas de la Isla mientras se escribía con sangre y llanto la epopeya de Yara. Fue un ciclo en que el alma cubana tuvo puestos todos sus entusiasmos, toda su fe, todos sus ideales, en el triunfo de los hermanos que en lucha homérica defendían nuestro derecho a la independencia. Los poetas rehusaban toda pueril aventura lírica y pulsaban la lira de hierro para lanzar sus imprecaciones al enemigo, en la manigua cómplice, entre carga y carga de machete; o para evocar en la tristeza del destierro las delicias sacrificadas al amor de la libertad. En las ciudades cubanas, en tanto, otros componían, bajo la mirada áspera y desdeñosa de los amos de la colonia, poemas en que se evocaban rebeldías bíblicas o se fustigaba la soberbia de extranjeros déspotas, poemas cuya alusión al drama nacional reconocía enseguida el nativo y que servían de alivio y de estímulo al alma revolucionaria en su obligada clausura. (...) Atraviesa la poetisa el apogeo de su gloria. Martí, Varona, Tejera, le prodigan elogios. (...)El último amor de Safo es en opinión general de los críticos la mejor de las obras de Mercedes Matamoros. Lo componen veinte sonetos que consagran a la autora entre los grandes cultivadores de este género poético. Sus versos son fáciles, armoniosos y rotundos. Cada soneto dentro del poema encierra un pensamiento completo y se enlaza con los anteriores y con los siguientes solamente por el estado anímico que representa dentro del proceso de la pasión sentida por la protagonista de la obra. Algunos son primorosas joyas que se diría labradas para lucimiento de antologías si no se supiera que la autora, enemiga del artificio hasta hacer un culto de la expresión primigenia, los escribió con su presente compostura y se negó a introducir en ellos modificaciones de forma que críticos amigos le aconsejaron después de leer por primera vez el poema. (...) Réstanos analizar parte de su labor literaria que, aunque menos valiosa, es necesario tenerla en cuenta si se quiere dar una impresión completa de la obra poética de Mercedes Matamoros. Nos referimos a la poesía patriótica, inspirada por un vehemente amor por Cuba que ella condensó en la contestación que diera a una encuesta hecha por «El Fígaro»: «-¿Si usted no fuera cubana, en dónde quería haber nacido?» «-Si yo no hubiera nacido en Cuba, quisiera haber nacido en Cuba.» Esto en cuanto a su amor por Cuba, que en cuanto a su idea de lo que es la Patria la encontramos definida en una estrofa de la Sensitiva XX: «Bastarán una flor, una armonía, para acordarte de la ausente patria, Ella es tu madre, y por la madre siempre derrama el hombre sus mejores lágrimas.» Fue Mercedes Matamoros uno de los 'poetas de la guerra'. Su alma grande, llena de todos los amores, no podía contemplar impasible la epopeya gloriosa que regaba de sangre los campos de Cuba. Su lira no podía permanecer muda ante los dolores de sus compatriotas, ante las victorias de la Tiranía, ante aquel cuadro de horror que ofrecía la Reconcentración. Y le arrancó notas tristes para cantar a los mártires y sonidos guerreros para cantar a los héroes, y lágrimas amargas para llorar con la familia cubana, y estrofas henchidas de esperanzas en el porvenir de la Patria. Los sonetos de Mercedes Matamoros merecen consideración aparte. En ellos alcanzó su mayor perfección formal. En ellos encajó descripciones y fantasías imperecederas. La Tempestad, escrita después de su primer largo silencio ocasionado por calamidades domésticas, es un lienzo sobrio y viril en que aparece la figura del Primer Almirante en primer plano, frente a la chusma atemorizada ante el gesto sereno con que acoge al par la inclemencia de los hombres y la de los elementos; «Que al bramar de los vientos desatados, entre la sombra que oscurece el día, y al choque de los mástiles lanzados por el vívido rayo al hondo abismo, tranquilo el genio está, porque confía en su inmenso poder, como Dios mismo.» Referencias Cuba Literaria - http://www.cubaliteraria.cu/autor/hortensia_pichardo/mercedes.html Cuba Literaria - http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=14171&idseccion=84




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