Esta prosa es una mezcla de varios temas. Comencé escribiendo acerca de mi enorme deseo de volver a mi infancia, después de haber visto una película de las que tanto gozaba ver hace diez años. Recordé momentos y plasmé en mis líneas el deseo que tengo por volver, como un fantasma que regresa del mas allá a comer un delicioso manjar en la segunda madrugada de noviembre. Tomé el rol de un adulto cascarrabias que volvía a ver su pasado, y caía en depresión por ser un individuo controlado por el gobierno.
Ahí fue donde mezclé el sentido. Comencé a hablar de los ‘tres poderes’ como una especie de vampiros que succionan toda la alegría, así como de los manifestantes que, a mi opinión, solo le echan más leña al fuego como una turba de enajenados. Muestro mi inconformidad hacia las manifestaciones prejuiciosas contra el gobierno, pero también hacia el abuso comprobado de las autoridades. Sin embargo, culmino con una probada de fe, reiterando que nadie jamás podrá destruir nuestro espíritu y ganas de vivir, tal y como éramos cuando niños.