La historia brillo en su pluma
Fraguada debajo del lago
Su tierra preñada en halagos
Le dio la luz a la bruma
Un sol para el universo
Y una luna que lo circunda
En su cálida tierra fecunda
La belleza de sus versos
Arraigada en la costumbre
De un pueblo verdadero
Con palmeras y luceros
Que abrazan las bellas cumbres
Ser escritor no fue suficiente
Ni ingeniero extraordinario
Plasmo en el diccionario
La luz del sueño naciente
Tu nombre no está en el olvido
Ni en un epitafio en la hiedra
En las aguas sobre las piedras
Donde un águila cuida su nido
Está en el corazón de la gente
En el pueblo venezolano
En el gentilicio zuliano
Cuando llego y cruzo mi puente
Tu presencia sigue en la región
En tu teatro, en el liceo
En la cordillera, en Timoteo
Y en la plaza frente al malecón.
El último adiós a la patria
Y En las entrañas de la poesía
Con tu clara sabiduría
Iluminaste la tierra mía
A ti no te hemos olvidado
Rafael María Baralt
Cuando estoy lejos de mi lar
Tú siempre estas a mi lado