Rafael María de Mendive

Último canto

Ni temo el odio, ni el desdén me irrita,
ni late el corazón, ni el alma inquieta
con la imagen de un lauro de poeta
goza feliz; ni férvida palpita.
 
El fuego de la gloria no me agita,
ni está mi vida a la ambición sujeta;
mi más bella ilusión es cual saeta,
mi esperanza mejor es flor marchita.
 
Versos... delirios... lágrimas... anhelo...
nubes y nieblas son en mar sombrío;
ni espero bien, ni de mi amor me duelo;
 
sus alas pliega el pensamiento mío,
y fijando los ojos en el cielo
tan sólo en Dios y en su bondad confío.
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