Ni temo el odio, ni el desdén me irrita,
ni late el corazón, ni el alma inquieta
con la imagen de un lauro de poeta
goza feliz; ni férvida palpita.
El fuego de la gloria no me agita,
ni está mi vida a la ambición sujeta;
mi más bella ilusión es cual saeta,
mi esperanza mejor es flor marchita.
Versos... delirios... lágrimas... anhelo...
nubes y nieblas son en mar sombrío;
ni espero bien, ni de mi amor me duelo;
sus alas pliega el pensamiento mío,
y fijando los ojos en el cielo
tan sólo en Dios y en su bondad confío.