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Me estás vedada tú

¿Imaginas acaso la amargura
que hay en no convivir
los episodios de tu vida pura?
 
Me está vedado conseguir que el viento
y la llovizna sean comedidos
con tu pelo castaño.
 
Me está vedado oír en los latidos
de tu paciente corazón (sagrario
de dolor y clemencia),
la fórmula escondida
de mi propia existencia.
 
Me está vedado, cuando te fatigas
y se fatiga hasta tu mismo traje,
tomarte en brazos, como quien levanta
a su propia ilusión incorruptible
hecha fantasma que renuncia al viaje.
 
Despertarás una mañana gris
y verás, en la luna de tu armario,
desdibujarse un puño
esquelético, y ante el funerario
aviso, gritarás las cinco letras
de mi nombre, con voz pávida y floja,
¡Y yo me hallaré ausente
de tu final congoja!
 
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú... Soy un fracaso
de confesor y médico que siente
perder a la mejor de sus enfermas
y a su más efusiva penitente.

#EscritoresMexicanos (1916) La devota sangre

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