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Raúl Otero Reiche

En los inicios del siglo XX Europa miraba el futuro con actitud desafiante porque creía tener en sus manos la fórmula del progreso indefinido que llevaría necesariamente a un mundo feliz; estaban a la vuelta de la esquina los horrores de la Gran Guerra que la sacudirían hasta sus cimientos. En esos mismos años Bolivia vivía la amargura de la experiencia del Tratado de 1904 y la angustia de conectarse con el mundo exterior.

En los inicios del siglo XX Europa miraba el futuro con actitud desafiante porque creía tener en sus manos la fórmula del progreso indefinido que llevaría necesariamente a un mundo feliz; estaban a la vuelta de la esquina los horrores de la Gran Guerra que la sacudirían hasta sus cimientos. En esos mismos años Bolivia vivía la amargura de la experiencia del Tratado de 1904 y la angustia de conectarse con el mundo exterior.

Los cruceños, mientras tanto, lanzaban el Memorándum de 1904 que se convierte en el primer llamado para que Santa Cruz de la Sierra —´capital del espejo y de la música´, uno de los tantos nombres que le dio Otero— se incorpore a la vida nacional. La vida de Otero Reiche (1906-1976) acompaña este largo y doloroso proceso de incorporación y lo siembra con la belleza de la palabra que ayuda a los cruceños a mejor conocer y amar su ciudad, su departamento, su país, su continente.

En los inicios del siglo XX nacía en Santa Cruz de la Sierra, el 20 de enero de 1906, don Raúl Otero Reiche, hijo de los esposos Samuel Otero y Raquel Reiche. Su ciudad natal, por la que siente un profundo amor y que será una constante en toda su obra poética —´Construcción de Santa Cruz de la Sierra´, ´Doña Santa Cruz de la Sierra´, ´Exaltación de Santa Cruz de la Sierra´— irá moldeando poco a poco la personalidad del poeta mayor del Oriente boliviano.

A partir del amor a la ´amable ciudad vieja´ —que seguía estando tan lejos de cualquier parte como en el momento de su fundación y que era una ciudad provinciana pequeña y pobre en la que pareciera que el tiempo se hubiera detenido— descubre al hombre y el paisaje cruceño ´Canto al hombre de la selva´; a partir de este conocimiento, que enriquece su espíritu y fomenta su creatividad, se hace universal —´América y otros poemas´—.

Enrique Kempff Mercado dice que ´pocas veces se ha dado en nuestra historia una identificación tan grande entre el pueblo y el cantor de ese pueblo. Santa Cruz puede dar testimonio del hombre que durante más de medio siglo se dedicó a cantarle con una abnegación conmovedora, con un amor obcecado, Raúl Otero fue una versión del paisaje cruceño´.

Creador multifacético cultivó la poesía, el ensayo, el teatro, el cuento, la novela y el periodismo. Jugó un papel activo y protagónico en la vida de la comunidad local y nacional: participó en la Guerra del Chaco (´Poemas de sangre y lejanía´, ´No se ha ido nadie´; es considerado como el poeta de esta guerra); fue docente de educación secundaria y ejerció la cátedra universitaria; incursionó en la vida política nacional; fue director de cultura del municipio cruceño; impulsó la creación de la Casa de la Cultura de su ciudad natal —que con toda justicia lleva su nombre— y fue alma y motor de numerosas instituciones culturales y de servicio. Contrajo matrimonio con la señora Nelly Arteaga, con la que formó un hogar numeroso y ejemplar.

Aunque la vida de Raúl Otero Reiche terminó el 29 de enero de 1976, en su ciudad natal, la voz de su poesía trasciende el tiempo y su nombre se inscribe en la nómina de los inmortales.

Raúl Otero Reiche es ´la selva indómita´; es ´el que esperaban los jaguares, los toros, los caimanes, las palomas (...) para la transfusión de sangres bárbaras´; es ´el arquetipo de esta raza salvaje´; es ´el hombre de la llanura sin fin, más larga que la vista´; es ´un río de pie´.

referencias

http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/raul-otero{{reiche/20060127/nota/242439.aspx




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