En la Sierra, encuentro el Alma,
y a Dios le cuento mis males.
y es cierto que las verdades,
a veces son despiadadas,
y son como candelarias,
entre arbustos perdurables.
De las Sierras el arrullo,
es lo que vengo a buscar.
y si no logro encontrar,
vuelvo de nuevo otro día,
cuando los vientos se arriman,
en ellos puedo confiar
Tierra del Comechingón.
Junto a mi Alma las aves,
del Sol reciben legados,
provenientes del fulgor.
y en ese encuentro de amor,
una Luz, solo me alumbra,
para que luego en penumbra,
yo pueda escuchar su voz .
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