Mi caja de resonancia la cual llamo corazón, fue a veces la propulsora, otras albergue del llanto de reproches y quebrantos,

Porque te voy a nombrar, los humil… Los Cóndores son testigos de las… Quien de vos pretenda hablar, te p… Fuiste del grasa, el humilde/ tamb… Tu fuego nunca ha acabado.

Me falta aprender de los silencios cuando presiento, no tengo nada que decir. supongo porque solo

Lluvia de verano transpiran las hojas, y las dos comadres, en la sala grande, donde un perro duerme,

Los fantasmas tienen un almanaque con fechas, que solo ellos conocen. Los fantasmas vestidos de obsesion… se apropian de los ratos de mi vid…

Lentos, como esas nubes parturientas, al cual el viento, se cansa de empujar viajan así los sentimientos,

Cobarde no es el que teme, en todos hay cobardía, pero la afrenta es impía si se trata de obsecuencia, con complacencia comienza,

*Mi modesta adhesión al Instituto Revisionista Dorrego y al preocupante hecho de eliminar un espacio en donde se difundía la visión histórica de los grandes Pensadores Nacionales de la ...

Al ser ungido ante sus pares el anciano dijo: estimados compañeros de vida, considero un privilegio el que me hayan elegido, pero también estoy sorprendido. En mi intervención solo at...

Solo por plata comienza la guerra, los seres se aterran, reina la crueldad, y los odios cumplen

Las distancias se acortaron nunca estuvimos tan cerca. Científicos y poetas, mujeres esperanzadas, las V con la mano alzada,

Hay poesías de pinceles y escultur… vacuas y de abstractas posiciones, aguerridas, de amores fatuos, y las hay, convertidas en cancione… Poética traviesa, erótica y servil

El Escribiente como era su costumbre repasaba las redes sociales, escuchaba las noticias y de vez en cuando se decidía a escribir. Ese día le llamó le llamó la atención, una nota que au...

Nostalgia, me miraste de reojo, sabías que conmigo vos contabas. Sos la novia del recuerdo vano,

¡Ay!, desventuras, señoras que se ufanan por llegar. señoras que disfrutan al llorar, amantes de lo ingrato y la tristez… Manipuladoras, cuan belleza