Yace inmerso en el olvido,
un recuerdo postergado;
de caricias y de amores...
que el destino, ha soslayado.
Correrías por ésta vida,
van y vienen a destiempo;
tiempos tórridos, pasados...
que hoy ya gélidos, son yertos.
¿Cual acaso es la vida,
escenario de reclamos?;
¿o escenarios de verdades,
reclamadas con engaños?.
Minusválidas promesas,
que acrecienta el corazón;
¿son acaso fuertes cimbras,
que sostienen la razón?.
¿Cuántas almas tristemente,
ven ahogarse entre sollozos;
necedades tontas, fatuas...
imperiosas de desfogos?.
Quién se aposta en los lamentos,
dando fé de sus quebrantos;
no podrá ya verlos muertos...
¡inspirándolos con llantos!.
Más el alma que es propensa
a resarcir lo antes andado;
no se inmuta ante las penas,
que el dolor... le ha prodigado.
¡Ea, pues! no disgregemos,
no birlémosle al amor;
la esperanza, que encomienda...
dar en frutos su esplendor.