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Psalmo XVI

Nada sé del amor. Si tú no me lo enseñas
no sabré nunca nada de él...

Dilatarse en la sombra con la luna
donde cuerpos desnudos hacen manar las fuentes,
crisparse bajo la ciega violencia de las manos
soberbias de otros dioses (que no tienen nombre)
y sentir en la piel lisa y morena
abrasadoramente todo el bosque
o ir a través del sueño buscando todavía
aquel suave musgo que puso en nuestro cuerpo
inocencia de instantáneo paraíso,
no es amor, es rasgar
tu costado con un astro furioso,
es clavarte en la cruz intensa de nuestra carne,
ofrecer a tu sed nuestro sudor lascivo,
reír de tu agonía
tendidos y abrazados sobre el césped.
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