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Hardcore

Aunque mañana refunfuñes
hacia todos los puntos cardinales
que esta parrafería nació de la lectura
de un notorio poema de Gastón Baquero
a Manuelita Sáenz, la terca amante de Bolívar,    
como descreo de la ubicuidad de las costumbres  
quiero hacerte el amor bestialmente,
porque otro adverbio resonaría banal sobre tu carne,    
para entrañar a todos (y todas) los que te poseyeron
cuando eras turbulencia y rumor,
grosera imagen defendiéndose de los clubes nocturnos
en los que tus pasos concluían
ensartados por barbilampiños de erección perpetua
con nombres de alteridad y devoción puestos en solfa.
 
Quiero desfogarme contigo hasta las heces,
anularme para permanecer hilachas de temporalidad
próximo a la lujuria de exdevotos suburbanos
dentro de gama de inundaciones que amplifican
la escala de grises en corrimiento al rojo.
 
No estoy seguro, sin embargo, de atreverme con la tradición oral
              de tus fluidos
alguna vez desconcertados por tu clítoris y tus grotescos labios
diestros en subyugar  y atraer a tu redil el desconcierto  
ni con el devaneo de copular hasta la enajenación mística
              emancipado de tu imagen
soberanamente transformada por itinerarios y ludibrios,
pero te garantizo desvaríos de imaginario carnal ejercitado en riesgos,
que arremolinen y desborden el desamparo de tus vísceras.
Quiero para ti la sinrazón orgiástica del insometido,
un promiscuo alfabeto sin alternativas
en cualquier tugurio infamante del cosmos,
muy lejos de los espacios permisibles y usuales para el descontrol    
             de tus impulsos.
 
Vengo a extraer de las cenizas que eres un busto o una cruz
inmunes a la devastación  
como resulta de frotar una pátina o un fetiche
             substraído al incendio
sobre la mesa del iluminador de códices,
para repiquetear con mi poliarmónica ampolleta
en la antecámara de tu clepsidra  
 
a punto de entenebrecerse en los reductos
            de la desmemoria,
y someterte a las navajadas del sarcasmo,
asaeteada de mí, entronizada en mis licores,
del mismo modo que te suspendiste de otros poetas
            y otros mártires,
mediocremente putrefacta de coitos,
en la indivisa noche múltiple de desparramar tu inmoralidad
           como hemorragia.

(2010)

Poema erótico

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