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Mirarnos

Teníamos en la mirada,
un río turbulento, vivo
bajo los danzarines árboles
la tierra fértil, rodeada de niebla
en ese abandono de piedras,
escribíamos el recuerdo
y del otro lado de la noche
se originaba cierto canto suave
que crecía en la lejanía,
para ser flor, en tus pupilas.
 
María Cayo.

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