LOS CAMINOS DE LA VIDA
Las reminiscencias del pasado vienen talladas en los recuerdos...
LOS CAMINOS DE LA VIDA
Solo, parado en mi ventana viendo las
sombras empujar la tarde y huyendo
el día hacia el exilio voraz en el ocaso
Así me hallo, estoy mirando el horizonte
con el corazón encogido de nostalgias.
Lleno de soledad busco el ángel escondido
en el tibio rincón de una página en blanco,
a cuatros manos comenzamos a escribir esta
historia con delicados versos disonantes...
Quién puede hacerme olvidar el barro negro
adherido a la piel cuando era niño al transitar
los caminos míos, solo míos construidos con las
manos infantiles, amasando el cieno recogido en
los camiones, haciendo puentes en desfiladeros
abismales, trazando largas carreteras sin destino,
sin saber que más tarde... ¡ese destino sería el mío!
Creaba lagos y ríos, navegaba en barcos de papel
pielroja; era un niño travieso, ingeniero, poeta
desde niño y dueño de laika mi perra favorita, mi
paria callejera, que un día me dejó, así como llegó...
¿Quién puede hacerme olvidar la cálida alquimia que
convertía en quilates de amistad y hermandad?
Solo un pequeño poeta que tuviera el corazón
lleno de mirlos y las manos tendidas al viento
para abrazar a sus amigos, un niño poeta que
supiera romper con sus inmensos sueños las
fantasías de las mil y una noches, el ladrón de
Bagdad y Aladino y su lampara maravillosa y
en su cueva secreta esconder a sus ladrones.
Después, los pasos nos llevaron al otero donde
la luz alumbró nuestros destinos y nos fue
separando uno a uno, y poco a poco.
Mi brazo hoy levanta tu brazo amigo mío
para que la antorcha de hermandad que
flamea en el faro veraz de la palabra sea la
incólume luz que nos guíe hacia el puerto
donde hallar claros designios...
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