LOS POETAS IGNORADOS
Muriendo en un poema
Hoy es un día de esos raros en el cual no hallo sensaciones para escribir, la mañana tardó en aparecer todavía somnolienta y fría, el sol, no quiso despertarse por estos lares y prefirió seguir dormitando en su oriente de suelo yermo y escondido. El frío traslapa en la mañana y el neblinoso horizonte no aparece; acá en este benigno suelo de clima impredecible donde el verano se convierte en un fuerte diluvio de diez minutos..., no hay verano o invierno, eso lo diside la naturaleza. De todas maneras todo está bien, aunque me siento un poco indeciso, no sé qué inventar para que este texto empiece a tomar forma mientras las laderas de mi tierra se visten de verde en la medida en que la neblina comienza a elevarse por las ariscas paredes del campo, ya en el cénit, se dispersan formando arreboles inimaginables, y empieza el más hermoso espectáculo de colores mil sobre el domo nuestro, de oriente a occidente, de norte a sur, todos los días, nace una bella obra de arte con pinceladas fantasiosas que natura nos regala con inigualable exquisitez. Mientras escribo, pienso en este raro día, cavilo..., sigo..., y continúo..., trato de llevar el compás de mi texto; me siento como los poetas ignorados y desperdiciados (a ellos pertenezco...) que van muriendo poco a poco en sus poemas describiendo cómo su muerte se envuelve en amaneceres y atardeceres, que importa que sea en verano o invierno...
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