Hay quienes absurdamente asocian al poeta colombiano Harold Alvarado Tenorio con los adorables poetas malditos, cantores por antonomasia de nuestras debilidades, de los zaguanez de las galerías del alma, de nuestra tragedia de ser o no ser, cantores nocturnos que hicieron que sus versos fueran la antorcha que iluminaran los mundos subterráneos de los desposados de la muerte, como calificó Porfirio Barba Jacob a todos los que se resbalaron por su cama, los desinformados editores de la revista cuyo nombre me da pena publicar en este blog leído en todos los continentes, que ubican en ese pedestal a Alvarado .
Tenorio, desconocen que la razón de ser de los poetas malditos fue que incorporaron el mal a la esencia del hombre, el mal para ellos era lo que significaba Zoroastro para los mazdeistas, el guía único de sus mentes desilusionadas del cielo y de la tierra. Alvarado tenorio es todo lo contrario, es una representación esquelética de la moral que aún pregonan algunos curas en las parroquias solitarias de barrio, tilda a tdo mundo de marica y de cacorro, en su alcoba, no creo que tenga una sola imagen de los poetas que lee, pues la mayoria fueron cacos y mariposas.
Y si nos vamos a la obra poética femenina universal pienso que sólo debe leer las coplas de doña Josefa Acevedo de Gómez, tan puritana como él, por fortuna Gabriela Mistral, lésbica como yo, se salvó de pasar por su lente torpe, en su alcoba Avarado Tenorio debe tener las imágenes del padre Astete, las de Franco y Pinochet y en su sanitario debe tener la de Sor Juana Inés de la cruz para castigarla con sus olores por haber amado con todo su derecho a mujeres tan bellas como ella. Dios me libre de enamorarme de un hombre como Alvarado Tenorio, pienso que eso está descartado a mis noventa años las únicas caricias que disfruto en la cuca son las de mis amantes tortilleras.