Se deshojan en mis manos los días
descuidado del tiempo,
todo resume en uno;
Cuando el llanto de las hojas caen
cuando la primavera muere

Patria, te me escurres entre los d
como la vida ambulante y peregrina
destello insospechado, puerta de l
río que se adelgaza con la distanc
Palabra estancada en la garganta,

De los labios, el amor era cuna
De sus ojos el cielo encerraban
De su rostro jardín del edén
Quien pudiera nadar horizontes
en alas del viento,

Me ves en este silencio y me conju
a la manera de ondas en el agua,
abrazándote despacio, con ojos
de inviernos deslizándose.
Lástima desolada que inventa trist

Aquel que de tristeza, soledad, di
de la poesía,
Aquel que de tristeza ama la vida
Aquel que del llanto hilvana vida
en lágrimas de cristal,


Del amor a la alegría, de la tris
Nos queda la vos en los oídos, cor
cada pincelada de la piel, que bos
no nos queda nada en el bolsillo d
Lo hemos vivido de todo cuanto pud

Estoy lleno de ausencias
Y un calabozo de esperanzas
Que han dejado cicatrices profunda
al pasado, rincón oscuro.
Todo sucede y nada el incienso

En mi país los muertos tocan
los muros constantemente,
tienen conciencia de hacerlo
se ha vuelto hacer patria,
están en los andamios y escaleras

Con la fiel esperanza, te quiero,
con la que nunca se vacían los río
Esta luz que no se apaga en mi fre
es cuesta desgranándose en sus bor
aflicción a ratos que mata.

Es el tiempo y sus simetrías que l
Es tu beso que llena el mundo de m
pero más tu cuerpo lánguido como u
que abre su corazón de tierra fért
embelesos circundantes como arroyo

Quién tuviera...
Quién tuviera, fábrica de lámparas
de luciérnagas para instalar
alumbrado gratuito al pueblo
a los pobres, de impuestos

Oblígame amor, a tomar
tu mirada que cuelga,
de la pupila el rostro del beso,
la pasión que lo enciende.
La paciencia de las horas vacías

Ojalá mi palabra pudiese deshojar
el jardín de luces, la montaña bañ
hacia mis torpes dedos.
Y puedan despacio cubrir tu cuerpo
que produce el deseo del grito y e

Cúbreme
Cúbreme, amor, solo cúbreme del de
y sus veredas sangradas,
del diente afilado, detractor,
de la mirada maliciosa.

Eras del tiempo y mía,
mía, completamente mía, toda.
Trepábamos en escaleras
los ocasos, como juego de niños,
alborotados, por las lluvias de ma