a A. Rimbaud
#Mujeres #Uruguayos
Yo te sentí, paloma, en las mejill… recién salidas del manzano alerta. Tu cauto pico me encontró despiert… deletreando arenales y gramillas. Jugaba un aire enano en mis rodill…
Te supe un condenado otoño al ras de las cortezas en el sinuoso curso de meandros Choque brutal de pupilas perplejas vorágine apretando estupro con el…
Tu aire esculpe el otoño en mi gar… La lumbre de las uvas montaraces mis arriscadas vértebras levanta. Dividio entre lágrimas rapaces cruzo tus laberintos transparentes
Voy a llorar sin prisa. voy a llorar hasta olvidar el llan… y lograr la sonrisa sin cerrazón de espanto que traspase mis huesos y mi canto…
Como atrever esta impura cerrazón de sangre y fuego, esta urgencia de astro ciego contra tu feroz blancura. Ausencia de la criatura
Al norte el frío y su jazmín quebr… Al este un ruiseñor lleno de espin… Al sur la rosa en sus aéreas minas… y al oeste un camino ensimismado. Al norte un ángel yace amordazado.
Sobre este muro frío me han dejado con la sombra ceñida a la garganta donde oprime sus brotes de torment… un canto vivo hasta quebrarse en a… Yo aquí mientras el sueño los desp…
No puedo cerrar mis puertas ni clausurar mis ventanas: he de salir al camino donde el mundo gira y clama, he de salir al camino
De pronto el viento que movía las vestiduras y las almas borra en un sueño de ala inmóvil su rumorosa torre de alas. Cada mujer y cada hombre
Ven, acércate hermano, ven y mira la vena enlucerada que desciende lenta por las entrañas pudorosas del animal vencido; ven y mira como quien quiere ver: adentro mir…
Quisiera abrir mis venas bajos los… en aquel distraído verano de mi bo… Quisiera abrir mis venas para busc… lenta rueda comida por agrias amap… Yo te ignoraba fina colmena vigila…
VIII Mi entraña mereció, panal mestizo, la incorruptible ley de tu voluta. En cada nervio de clavel o fruta un embozado arroyo de granizo.
Dame la mano ángel sin heridas. Piedra, dame tu esquivo corazón si… Nube, dame tu rostro de repentina… Hermanos, sostenedme
Tuvo en la mano el ramo erguido, brioso relámpago de fiesta. Por las corolas de ascendía la luz amarga de la tierra, la luz del hueso amanecido,
Déjame Dios ver su cara cuando entre paloma y flor sobre aquel cielo mayor brotó una blanca almenara; déjame Dios ver su cara?