La lejanía
Sin compañía...
No esperaba ser lejano,
fuera de mi más cercano
e inquebrantable plano.
Tampoco pensaba en la lejanía,
versaba a través de una manía
por el tiempo y mi compañía.
Ahora no me acompaño,
me quebranto de antaño...
vivo en un recuerdo de paño:
la memoria que remonta
el verte sin ti,
el verme sin mi.
Antes me acompañabas,
compañía sincera me dabas.
Me amabas y me demostrabas
las obras del vivir, de aconsejarme
y de tratar estar ahí para mí.
Siendo tú, jamás alejándote de ti.
Hoy, que en mis ayeres no estás,
que solo te puedo sentir
lejos de mí... Hoy
lejano me siento,
no me siento sin ti.
Este sentimiento
que nombre no tiene
pero se vive en silencio,
muere en versos de
lamento por aquellos
momentos donde el todo era
verte viéndome. Me queda este
después donde la nada es
verme viéndote...
buscando de alguna forma
sentir tu todo por mi nada,
dejar mi nada por tu todo.
Mi todo es igual a tu nada,
mas nunca será mi nada
tu mismo todo. Tú eres
mi todo y mi nada yo soy.
En la lejanía de la compañía,
la prosa supera su ironía
y convierte el silencio de la nada
en un sonido del todo,
el vacío por el sentir.
Y jamás vacío sentir...
Lejano sentir de lo mío,
lejano me siento sin ti.
