Tenue luz iluminaba un rincón de aquel recinto,
Vislumbrando ante las sombras nuestros cuerpos unidos...
En mis manos tu cintura, en tu boca mis suspiros,
Dos mortales en mundana y ferviente pasión fundidos.
Una rosa delicada, de tus rojos labios pende
Adornando esa sonrisa que apacigua mi mente...
Tu mirada seductora, asaltante, delincuente,
Me desata mil locuras, y postrado a tus pies me tiene.
Dos almas ardiendo en un dulce fuego sin fin,
En tu pecho contemplo el elixir y me renuncio a morir...
Voy camino a tu cielo, indigno sería de huir
Y renunciar al paraíso que solo tú me haces sentir.