Hoy comprendo que existe aún ese mundo
que había, como un libro, ya olvidado:
sobre varias ventanas, del profundo
balcón descienden flores, es dorado
el aire que presides. Me sorprendo
diciendo por ejemplo: “Te amo más
cada día, tú defines la Paz
y el acto de nombrarla”. (Hoy comprendo
que existe aún ese mundo). Nazco, encuentro
lentamente las cosas: una estrella,
el modo de nombrarte, el aire, el centro
primero del idioma o de la fe. Ya
reúno las palabras, hablo. Entro
en su violenta luz: La luna es bella.