Cielo al rojo
Las estrellas me cuentan
que te han visto feliz...
Duele saberlo, duele más aún
que mientras tú sonríes,
yo sigo anclada al pasado,
intentando olvidar
lo que alguna vez creímos ser.
Pero... ¿acaso fuimos algo?
¿Fui algo para ti?
¿Qué significa ser algo
cuando el alma se entrega entera
y aún así queda en duda?
Tu recuerdo vive en mí
como una lámpara encendida.
Cada vez que brilla,
ilumina mis días con claridad,
y puedo ver:
todo fue rojo.
Rojo como el amor intenso,
como la pasión que se transforma,
como el dolor cuando las palabras
ya no se abrazan,
cuando antes
lo único que queríamos
era escucharnos.
Aún así,
te amo.
Sigo enamorada de ti
como el primer día,
como la luna del sol,
como las estrellas de la noche,
como dos delfines destinados
a amarse hasta la muerte.
Y cuando tu lámpara se apaga,
regresa el miedo:
miedo de no verte más,
miedo de que me odies,
miedo de perderte para siempre,
de no volver a sentirme tuya.
Cuando todo se apagó,
quedó tu vacío.
Te llevaste mi cielo,
porque tú eras ese cielo,
y al marcharte,
te llevaste mi esperanza,
mi amor,
mi aliento,
mis ganas,
mi vida.
Quisiera poder decir
que te olvidé,
que seguí adelante
como si nada...
Eso intento que creas,
para que, si vuelves,
no sea por lástima,
sino porque aún quieres
juntar tu alma con la mía.
Y esta noche,
y todas las que vendrán,
te prometo:
a ti, a tu luz,
a mis estrellas...
que si te veo otra vez,
nuestro amor en rojo
no se apagará.
Nuestras almas
se encontrarán
en un cielo infinito
de felicidad.
