A menudo me he dejado llevar por la corriente
agua de la ciudad, agua que filtran
los gajos de la menta.
No era un perseguido pero me perseguían
he servido de abono
caminado
la ruta que entonces alumbraban
los pequeños pescadores clandestinos.
Las perlas de tu boca, las perlas del danzón
eran de agua
y estaban en el agua como yo.
Quizás he visto todo
por el ojo de una res.
Y nuestra carne es roja y bien condimentada.
Y en las púas pondrían a secar nuestras cabezas
cortadas a ras “como la del bautista”
pero sin solemnidad
ni los ojos abiertos como tazas volcadas.
Llévala hielo acuéstala ave fénix
{pájaro de aquí ve picoteando su corazón un poco}}
{y busca escarba transfigura}}
{un grano de madera dulce aún}}
{no vulnerado aún por el descuido.}}
Quizás estamos en el globo de sus ojos.
Transcurrimos tal vez por sus antiguos cuerpos.
Gravitamos en el cielo de sus bocas
en la tensión del músculo nadamos
y hemos sido su ejército desde el origen.
Quién sabe no sea útil para mí
caer bajo el filo de su arado tantas veces.
Nuestros dioses fueron dispersados
en una edad incierta
huyen todavía entre las tantas noches
en que nadie vino
/a traer a preguntar
a guarecerse aquí.
Tal vez cueste demasiado sostenerse en pie
no es tierra firme.
Yo no soy la conciencia
ni siquiera la inconsciencia
entiendo la mitad de esas noticias de África.
Ningunos ojos sino los míos
ahora beben de esta visión encantadora.
Yo debía estar solo en esta dulce soledad
como Manfredo.
He aprendido a nadar
sobre el tesoro del agua paseé a caballo
me ha tumbado el aguardiente
bajo frutas maduras
he sido el mayoral y el sable
en la maleza que nos desconocía:
gente sin tino en el desorden
me he dejado llevar por la corriente
un cuchillo en la faja del baile popular
en la cervecería
bailarines saludando con delicadeza
luego un hombre y su mujer
desayunando en paz.
He aprendido a nadar
traje un cervato para altos sacrificios
Juan hijo de Juan
nací una noche en que los bares cerraron
por temor de la guerra.
Hice blanco en esturiones de paño
dorados saludables pargos
del espíritu
y roncos jóvenes
y jóvenes serruchos
ni siquiera tenían alma
sino esperma goteada y largos
huesos de harina
Hombres con alas cazadores como yo
fértiles como salidos de la Biblia
bailaban en las márgenes del río
del brazo de sus hija vírgenes
con ojos de carbón
entonces creo
no vi más.
Habrá quien de estos versos saque una canoa y
entre al mar pues ya he sentido en mi espalda su
callado impulso y siempre habrá quien de estos
versos edifique una tarde incomprensible para mí
entre sus desconocidos en lugares que no veré
rodeado de palabras que serán extrañas y siempre
habrá quien suponga la nada de estos días y trate
de cortar con un cuchillo esta rueda de humo.
Ha vuelto a ser octubre muchas veces
punteros de átomo, navíos
escapes de amoniaco
nos han acorralado como estacas
no he prestado atención.
Tras las canteras
y el rastrojo oliva de los pastos
no se verá la costa
llamada Caibarién por un vaho de indios.
Y me he dejado llevar
o me han traído
y he llegado hasta aquí
remontando
la tierra apisonada
por infinitos bailes.