Brisa
Del otro lado me encuentro yo,
feliz cuando encuentro en libros
palabras que no había podido ordenar,
siempre aplaudiendo desde atrás del escenario.
Siempre escribiendo, pero nunca publicando,
siendo buena para escuchar,
tardando siglos en madurar una idea,
pensando excesivamente para decidir la frase correcta
y que el silencio no se acomode.
Obsesionándome con el tiempo,
deseando que no me rebase.
Ahogando lágrimas en mi garganta
cuando veo desigualdad y acuno impotencia.
Reproduciendo una y otra vez recuerdos tiernos
de cuando tenía ocho años,
abrazando mi alma cuando tenía cinco,
avergonzándome de mí a los diecisiete,
acercándome a mí a los veintiún años...
Compadeciéndome de los niños que me abrazan
cerrando los ojos imaginando que soy su mamá.
Dejando que todo fluya, pero cuando todo fluye
la corriente me lleva a estrellarme contra las rocas.
Casi ahogada y llorando,
cuando por fin logro escribir
lo que tanto me pesa en el pecho,
aparece de pronto casi invisible,
la última chispa que hace a la madera
volverse fogata, para arder toda la noche.
