Se puede andar de un lado al otro, sediento banalmente de instintos bajos, caliente y humeante como ferviente deseo salvaje.
Se puede uno saciar de placeres enervantes, y explotar como la tetera hirviente, llenando el vaso de las experiencias juveniles que todo joven debe –¿debe?– probar antes de pertenecer.
Néctar, es lo que es, adicción a el calor, el rose locomotriz accionado por fermónas, las manos inquietas y los fetiches insaciables, sí todo ser debe saciarse.