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Respecto a lo que llamamos sexo

Recordando a Fucault estoy de acuerdo con que la sexualidad humana se haya visto enmarcada como forma de dominación y poder social, que permea la barrera económica y pone a los individuos en una jerarquía de poderes y dominación mental a través del cuerpo. Siendo esto claro, es muy molesto ver un sujeto, que toma las riendas de su ser senti-pensante, que se envuelve en practicas asexuales y explora el placer, el deseo, amor desde el pensar, que redefine su rol como ser femenino,  hacer de la sexualidad otra vez un instrumento de poder, en este caso de subordinación, bajo aspectos en los que el cuerpo concebido desde lo ontológico supera esas barreras definidas por occidente en cuanto a las prácticas sexuales falocéntricas, misóginas, violentas y para nada concensuadas. ¡Qué vergüenza ver un ser contradictorio! caer en la simpleza del miedo, el terror por ver un nuevo tipo de goce tal vez no escaso de lo estético (como cuerpos del deleite por belleza) pero si que solo responde a la ya aparentemente superada pulsión biológica del mal llamado enamoramiento.

¡Jueputa!

Me encantaría decirte que te quiero tanto. Que me estoy enamorando. Pero uno no se enamora de quien lo maltrata.

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