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En El Álbum De La Sta. Dolores Hurtado

Hubo aquí en tiempos no muy remotos
un benemérito Coronel,
el cual decía que en esta tierra
no se hacen cinco con dos y tres.
La vez primera que esas palabras
a cierto amigo yo le escuché,
quedé admirado y al punto dije:
“¡Es un absurdo, no puede ser!”
Mas ya pasaron algunos años,
tal vez no miento si digo seis,
y la experiencia me ha demostrado
que aquel valiente pensaba bien.
 
De muchas pruebas que de ello tengo
hoy una sola yo te daré,
que es entre todas la más espléndida,
la que te puede más convencer.
 
En todas partes tienen las bellas
libros cual este que tienes hoy,
que son las urnas en donde guardan
las lindas flores de grato olor
que a regar llega, de sus altares
al pie, gustosa la admiración.
En ellos cantan los trovadores
tiernas endechas con dulce voz,
y los pintores con su paleta
allí trasladan el arrebol.
 
Allí el amigo su amistad jura,
allí el amante jura su amor,
y de esos álbums, en cada página
se ve un recuerdo, se ve una flor.
 
Y yo en mis manos tu libro tengo
y casi en blanco lo miro, sí,
aunque eres bella como un arcángel
y más hermosa que un serafín,
y aunque tus ojos son seductores
y eres dechado de gracias mil...
Dime, Dolores, si por acaso
tú en algún tiempo sales de aquí,
si se realizan tus dulces sueños
y tú mañana vas a París
y tus amigos miran tu álbum
y lo ven blanco, ¿qué han de decir?
Que aquí aún estamos muy atrasados
aunque tenemos ferrocarril,
que aquí no tienen ojos los jóvenes,
y otras mil cosas de tu país.
 
Cuando esto escuches, dí que es mentira,
que tus paisanos todos ven bien,
y que conocen lo que es hermoso
como cualquiera lo puede hacer;
que tus encantos ellos alaban,
que los fascinas cuando los ves,
y que te admiran como a las bellas
flores que tiene nuestro vergel.
Pero si quieren que tu les digas
por qué tu álbum en blanco ven,
diles, Dolores, lo que decía
en otros tiempos el Coronel;
y pues te juro que de tal cosa
no hay otra causa ni otro por qué,
dí que en tu tierra ni aun Arquímedes
hiciera cinco con dos y tres.
 
Pero con todo, como en el mundo
no hay una regla sin excepción,
yo te he ofrecido mis pobres versos
al son de mi arpa de ronca voz.
Si alguien extraña que por dos veces
haya hecho trovas en tu loor,
tú decir puedes que así lo hice
porque tu amigo sincero soy,
que en mis estrofas, aunque son malas,
no hay ni lisonja ni adulación;
que aunque en los álbums no se ven nunca
dos producciones de un mismo autor,
eso bien puede ser cosa fea
en otra parte, pero aquí no,
porque en tu tierra ni aún Arquímedes
hiciera cinco con dos y tres.

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