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Rocas y Horas
Pienso en mi edad,
a las siete de la mañana
entre olivos y cabras.
(¿Qué hacen olivos y cabras
en mi edad iluminada
en estas hondonadas de los siglos?)
Acabo de ver pasar las perdices
en fila por espacios verdes.
Pero a esta hora
debo trabajar en papeles de oficina,
debo firmar algún pasaporte.
Ayer había tempestad entre los árboles oscuros
y las casas de ventanas ojivales.
Fui a ver el Calvario bajo la lluvia.
Ahora es un templo de mosaicos dorados.
Hubo allí una gran roca blanca
que se hizo azul con los relámpagos,
y aún más rocas bajo el trueno.
(Y vino El Greco y pintó cielos
de furia tenebrosa,
cuarteados en el miedo
que se lleva El Tajo.)
Pero estoy aquí en Jerusalén
mirando el tiempo
y su lumbre de flores entre rocas.
Pasa un pastor con sus ovejas
y me pregunta la hora.
Pasa una bella judía yemenita
y me pregunta la hora.
¿Cual es la hora de las perdices?
Ayer llovía con relámpagos a esta hora.
Voy a trabajar.
Firmo un pasaporte en Jerusalén.
(Buen viaje.)
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