En la quietud que anuncia Nochebu… mi madre, un ángel, calma mi torme… su risa dulce al alma me sustenta, y en su mirar no cabe sombra ajena… Es luz que guía, llama que encaden…
En el borde del día se descuelga la luz, como si alguien hubiera olvidado cerrar del todo la ventana. La brisa apenas existe.
Busco la luz anhelo ardiente, fulgor luciente, de Cristo Jesus. Oh Verbo fiel,
Nombre que rescata, firme en su voz, en sus letras lleva calma y amor. Brilla en la penumbra,
Mi mamá es un hada Mi mamá no tiene alas, pero vuela sin cesar, con un beso y una nana me hace al cielo viajar.
Cuando el invierno abraza con su h… y el mundo entero viste blanca cal… mi madre alumbra el cielo de mi al… con un amor que nunca alza el vuel… Sus manos son refugio y terciopelo…
Todavia arde la lampara que encend… Aun cantan los ruisenores en los p… Quedan cartas sin abrirse en cajon… Siempre queda una flor viva entre… Todavia guardo el vaso que tocaste…
Consentir a mamá, es un tributo a su amor infinito. En cada caricia, en cada palabra de aliento, ella ha tejido con hilos de ternura el refugio de nuestra existencia. Ella que nos dio ...
Género: Poesía contemporánea Tono: Melancólico Donde habita el olvido, se cuelgan los relojes sin horas, se deshojan los libros sin dueños,
Era pequena, de mango redondo, la que siempre removia mi mundo. Ahora el cafe se enfria sin fondo, y el azucar llora en lo profundo. No es cualquier cuchara, no exager…
Un caracol muy viajero, con su casita en la espalda, salió a pasear por el prado, siguiendo la luz dorada. —¡Qué grande es el mundo entero!—
La vida es una torre, levantada con sueños y huesos, con manos que apilan certezas y dudas que tambalean el alma. Ladrillo a ladrillo,
Días verdes de bosque, y días azules de mar, el viento canta en los árboles, las olas juegan sin cesar. Las hojas susurran secretos,
Tu piel, una claridad que no ciega, sólo invita. Se posa sobre mí como el sol tibio sobre el agua.
Nací yo para adorarte, Naciste tú para mí. Destino en versos de mármol, dictados en oro y rubí. Los astros fueron testigos,