En la prisión de la ansiedad medita un astro en alta voz, gime y se agita como león como queriéndose escapar. ¿De dónde viene su corcel

El joven para casarse siempre busca bonitura, con la soberbia que tiene yo lo dejé en la basura. Huichi huichi que sí, que sí,

Un bergantín velero los mares cruza con rapidez, no le temo al madero para postrarme niña a tus pies. No me hagas más sufrir

Ya se va para los cielos Ese querido angelito, A rogar por sus abuelos, Por sus padres y hermanitos. Cuando se muere la carne

M’hijito: llegaste al mundo en hora muy principal. Ya redondeaste un año, yo te vengo a saludar. Que se sienten a la mesa

Cuando habrá como casarse vivir en gracia de Dios si se han de estimar los dos los dos van a remediarse. Han de saber respetarse

Anoto en mi triste diario: «Restaurán El Tordo Azul». Allí conocí a un gandul de profesión ferroviario. Me jura por el rosario

Estaba la mora, estaba, entre la paz y la guerra con su dos hijas queridas Blanca Flor y Filumena. El duque don Bernardino

Qué pena siente el alma cuando la suerte impía se opone a los deseos que anhela el corazón. Qué amargas son las horas

Una copla me ha cantado la prenda que quiero yo, con esa copla a cuchillo me ha desangrado la voz. Pensará que yo no entiendo

Me mandaron una carta por el correo temprano. En esa carta me dicen que cayó preso mi hermano y, sin lástima, con grillos,

Tan demudado te hei visto que no me querís ni hablar, lo que me das a entender que me querís olvidar. Cuando llego y te saludo

Una flor voy a nombrar, pero no diré cuál es. Aunque todo lo malicien, esa flor no puede ser El romero no lo quiero,

Pa’ cantar de un improviso se requiere buen talento, memoria y entendimiento, fuerza de gallo castizo. Cual vendaval de granizos

Qué te traé por aquí eso habrís de contestar, si me pensai engañar, yo habré de engañarte a ti. Andate con claridad