Mi madre no era un arrullo ni un regazo

Era un sable, una saeta, un argumento

Bella, aguda, felina

No era refugio, no era ancla, era batalla

Era tempestad, no remanso

Era actriz, y sus hijas la audiencia

A veces, actrices de reparto

Era una canción de cuna que hablaba de un burro muerto al que se llevan de este mundo miserable

No era de aquí, ni de allá

“En mi tierra...” decía, para recordarnos que no había nacido en Colombia

Mi madre era un amor feroz hacia mi padre,

un amor que a ratos parecía rabia

Yo la quise y ella también me quiso, con un amor tan inescrutable como cierto

Fue generosa y mordaz, víctima y victimaria

Anfitriona exquisita

Fiera celosa

Cerebral e impulsiva

Rebelde ahora y esclava de las apariencias mas tarde

¿Cuántas veces traté de descifrarla?

Mi madre fue el lobo y la abuela, y a ratos también fue Caperucita

Al final de su vida interpretó una buena y sabia abuela

Su representación fue convincente, pero sus hijas miramos con sigilo

En su lápida solo hay un nombre, Myriam de Nogales de Escobar, en su sepultura descansan múltiples mujeres

A las que hoy recuerdo con amor, canto mi añoranza

© Ximena Escobar de Nogales 2020