Qué difícil
mudar la mirada,
mudar los recuerdos.
Que el viento dispare a quemarropa,
¡aquí te vivo!
¡aquí te sueño!
Cómo enmendar esta vasta melancolía,
se interpone entre todo y el mundo
se arraiga, raíz a raíz,
célula a célula. La misma de siempre
llama pura
hilos invisibles anudados
al filo de las manos de tanto verde,
armonía de lo eterno en alas del viento.
Suspiro de añoranza este eco repetido
siempre vuelve
al inexpugnable lugar donde dejé tanto recuerdo.
Hago recuento, no es quimera
es el tiempo vivido, engarzado
un no querer desterrarse de donde fui infinita.
¿Por qué me corre el cielo de montaña a montaña?
Este revivir, constante revelación multiplicada en ecos.
Con qué tierna dulzura amanece todavía el mundo,
¿será que entre árboles nazco de nuevo?