Haiku 37
11/05/2016
Ya sin aliento y al final del camino, ¡lluvia de abril!
Guardó su amor en barco de papel, y se perdió.
Las hojas secas se pierden junto al viento; ¡Adiós otoño! Y pleno de aire gélido llega el cálido invierno.
En su alma simple, cuanta veracidad encierra un Haiku.
En mármol frío reposan estos versos. Dejad que el viento me lo cuente al entrar por la ventana.
Por densa selva, vuela sobre su sombra, un colibrí.
Nueva vida latía en su interior. Su juventud extrema, arropaba su vientre
Es como el tiempo, que plasmado en la piel, ¡se paraliza!
Y yo aún aquí, mientras canta la alondra y nace el día.
El miedo late, golpea por doquier, escuece y arde. Irrita los sentidos, desvanece la vida.
Su rostro pálido y curtido con profundas arrugas, endurecían su semblante, poniéndole una máscara a su realidad. Cada día, reunía los céntimos recaudados para tomarse un café en el bar ...
Enlazadas nuestras tristes manos atravesamos la gran ciudad, sería nuestro último verano para enfrentar la realidad. Llegaste a tu morada final
Mi querida maestra: Eras una y única nuestra, latía en nuestro corazón, la fe de volverte a ver, sin nosotras poder saber,
Y... me di cuenta que soñaba, al instante de despertar.
Cae la gota sin saber su final. Turbio destino.