Agosto /28/2015
Gran río azul de aguas verdes y frías. Corre tranquilo, aunque el peso de tu profundidad te agobie.
Eras tres años menor, con tu risa reluciente, siempre estarás en mi mente, ¡te recuerdo con amor! Aunque todos te adoraran,
Grabo el instante, es el reto a seguir, y... llegas tú.
¡Cuantas historias! Una mirada así, lo dice todo.
Corro sin cesar y el rugir del viento me golpea. Los sauces implacables y desafiantes,
¡Mi padre amado! te recuerdo y te extraño con gran nostalgia. En tu última mirada, no pude estar contigo.
La lluvia moja, cala el alma, la piel, turba mi mente. Siento el jugueteo húmedo que viene y va... y se seca.
—Acércate hijo, ven, pon tu manito en mi vientre. Aquí, mira, aquí dentro está tu he… ¿Vamos a dibujarla tú y yo? le dije dándole un beso.
Así, se nos va la vida. Así, nos llega la muerte...
Si perdonamos, liberamos el alma y nuestro ser. Pero sólo, si lo hacemos de verdad.
Ese viejo árbol que yace junto al río no puede erguirse. La corriente lo inclina pero a su raíz, ¡no!
¡En el silencio! siento el cálido arrullo de las palomas.
Por densa selva, vuela sobre su sombra, un colibrí.
Si los sueños se pudiesen escoger y la vida fuese la manifestación de ellos, no habría por qué sufrir;
Miro al espejo más, no me reconozco y sonreí. No era yo, es una imagen que sólo me contempla.