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Caprichos oníricos

Cuantas veces te vi andar por la ciudad,
tenías que pensarlo si son ciegos
y te abrazan en un infinito suspiro,
entre sus brazos y manos llenas de humedad.
 
Son cálidos sus abrazos y arriba están las estrellas,
con miles de almas llenas de dulces deseos,
entre sus dedos resbalan lágrimas y centellas,
son de amores y van a la deriva como hijas de un Dios.
 
Con un sueño infinito tendidos en un manto de hierba verde,
con sábanas blancas y puntillas de algodón,
la noche llena sus ojos y su sangre hierve
y se destilan en agua pura, fresca de un manantial.
 
Su deseo de asomarse al barandal,
buscando carne y deseo también.
Amanece y tú todavía estás sin dormir,
sin esperar a que los ciegos vieran por mí.
 
Ahora sé que lo que sucedió
era imposible de impedir
y, aunque pasen mil años,
no te puede el cansancio,
que una estrella fugaz
produce hasta morir.
 
Aunque no puedas háblame, lo tienes que decir,
siempre esperando a que pasara el tiempo
y como un mago con su chistera, hiciera salir,
el final de este cuento y despertarte al fin.
 
Poem & Rhápsody ©2022
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Alfonso J Paredes

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