El aire empuja al sol hacia el ocaso,
velero errante por la mar del cielo.
Leva en el alba a navegar en vuelo
y atraca en el poniente sin retraso.
Bueno es saber que sobre el mundo raso,
sobre este fijo e inmutable suelo
las leyes se ejecutan con gran celo
bajo el influjo del reinante acaso.
El agua es agua, ni es vapor ni es hielo;
tan sólo llueve y fluye y llega a un vaso.
La bóveda celeste es negro velo
y el aire empuja al sol hacia el ocaso.
¡Oh dulce vida!... ¡Oh grande consuelo
vivir, sentir, reír, pensar escaso!