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QUERELLA CONTRA LA RUEDA DE LA FORTUNA

  Cómo cambia la vida en un segundo.
En un mísero segundo. Sólo uno.
Despiadada Rueda de la Fortuna
¡cuán traicionera eres, inoportuna!
que sesgas la vida a los que obran bien,
y vanaglorias a aquellos que el mal
hacen con sus despiadadas acciones.
 
  Confiésalo, ¿algo de sentimiento
te queda? ¿aún oyes el latir
de los humanos, que, atemorizados,
te alaban por no ver su atroz destino
más atroz si cabe por el efecto
inexorable de tu movimiento?
 
  Dícese: «no hay mal que por bien no venga»,
mas esto es tan solo sombra, engaño;
y tú, tan cruel, lo transformas: «no hay bien
que por mal no venga», dices obscena.
 
  Arrebatas, lasciva, la ocasión
de medrar en este mezquino mundo,
pues cautelosos debemos hundir
nuestros pasos por evitar toparnos
con tu guadaña traicionera, injusta.
 
  Mas aguarda, Rueda de la Fortuna,
que es inminente tu crucifixión,
pues la turba querrá hundirte mil clavos
para frenar tu mortal balanceo.
 
  Vencerá por una vez la justicia,
la justicia que traiciona al destino,
el destino que escapa de sí mismo.

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