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Aquel verano

adie podrá decir, después de todo,
que el tiempo entre tú y yo no ha sucedido.
Fue el verano más lluvioso que recuerdo
como si el cielo estuviera envenenado.
 
Qué fácil aprender los perfiles del miedo,
intuir el instante que detiene las horas.
El verso se hizo turbio
y el cuerpo autodidacta.
 
En los brazos de agosto
se quemaba el crepúsculo
y tú me enseñabas
el camino de vuelta a la memoria
y a beber en el cáliz donde habita el olvido.
Preferido o celebrado por...
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