Esperanzado, sobre el andén, te esperaré
bajo una lluvia idílica de pensamientos
que derramaré por los rincones de mi cuerpo
hasta que estaciones en mí, donde te amaré.
Un viaje largo y extenso que tanto anhelé,
por aire, por tierra y por mar, anclado a tu puerto,
recolectando aventuras de vivos y muertos,
páginas blancas que algún día escribiré.
Sé que te hallarás implícita en cada verso,
me acompañarás en el vagón de los recuerdos;
viviré en tus sueños, acechando tu universo.
Sabrás que te extraño en este trastorno cuerdo,
de velar tus noches sombrías de frío intenso
y anhelar tu llegada al andén, cuando me duermo.