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Prismas

A veces me miro en el espejo, y pienso en las mujeres que han sido para que yo sea. Me invento sus rasgos y peculiaridades a partir de los entrevistos en mí.
Ahí está la gitana de cabellos extrovertidos y pies fuertes. Las cartas echadas por Madrid la hacen añorar los andares dispersos ahora prohibidos.

Esa espía, buscadora ávida de historias para ser re-contadas. No hubo nadie en el pueblo sin difundir sus proezas de canto y sangre.

Una madre tomadora de decisiones, mirada suave, luminosa. De su cuello cuelga el pedazo de organdí –el más querido– de aquel vestido de bodas jamás utilizado.

Esta cocinera con un mapa estelar consciente sobre su cuerpo. Sus lunares le parecen recordatorios de cómo las mejores cosas de la vida requieren de una guía (o receta) para ser encontradas.

Aquella vanidosa de piel incólume. Monterrey nunca ha vuelto a ver “semejante muñequita” paseándose por la Plaza Zaragoza.

La molinera de lengua estruendosa. A la luz del quinqué canta canciones porteñas para sus allegados; todos, absolutamente todos, palpitan bajo su compás.

Qué fortuna. De alguna forma, todavía no han partido. Las encuentro a diario en mis sombras, me dan sus fuerzas; yo les correspondo mediante un abrazo cercano, de los que son capaces de romper espacios y épocas.

Altre opere di Ana Karen Rodarte Sánchez...



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